domingo, 3 de febrero de 2013

LA MANO DURA COMO HERRAMIENTA POLÍTICA DE MACRI


La estrategia del palo

 http://veintitres.infonews.com/nota-6188-politica-La-estrategia-del-palo-.html
La represión en Parque Centenario contra vecinos que se oponen al enrejado  tiene su correlato en otros episodios protagonizados por la Metropolitana. La criminalización de la protesta social.


En un fiel reflejo de su ideología, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, decidió reprimir (en un operativo desproporcionado) la protesta de vecinos y puesteros del Parque Centenario que se oponían a que se enrejase el predio emblema del barrio. Infantes de la Policía Metropolitana cubiertos con escudos y cascos lanzaron balas de goma y de pintura, además de gases lacrimógenos, contra los indefensos manifestantes que decidieron salir a la calle para mostrar su descontento, el 28 de enero pasado. De acuerdo a un comunicado de prensa de la Asamblea del Parque Centenario en defensa del espacio público, el saldo represivo de la primera jornada fueron “al menos dos manifestantes heridos, uno con corte en la cabeza (Ezequiel Medone, integrante de la Red Nacional de Medios Alternativos) y el otro de bala de goma (Juliana Giménez, de la misma red)”. A 22 personas se les abrió una causa por “resistencia a la autoridad, daño, lesiones, y atentado”, en el Juzgado N° 5, Secretaria 73. Lejos de recapacitar por el nivel de violencia desplegado, al día siguiente la fuerza creada por el ex comisario de la Policía Federal, Jorge “Fino” Palacios, repitió su accionar. “El saldo de la represión del 29 de enero fue de una periodista de Canal 7 herida de bala de goma y varios detenidos”, se difundió desde la asamblea. 
El accionar represivo desplegado por orden del alcalde no sorprende. Al día siguiente de la represión, el parque amaneció cercado con chapones de unos dos metros de altura y abigarrado de policías: había un agente de la Metropolitana cada cinco metros. Toda una puesta en escena que tiene su correlato en diferentes episodios protagonizados por las fuerzas de seguridad macristas. 

Antes de que la Policía Metropolitana fuera creada por Palacios –detenido por integrar una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal junto a Macri, quien fue procesado en la misma causa–, el macrismo tenía otra “fuerza de choque”: la Unidad de Control de Espacios Públicos (UCEP), que debió disolverse por la gran cantidad de denuncias que recibió en su contra por malos tratos y vejámenes a personas en situación de calle. Por caso, el intendente también fue imputado en una causa que se abrió por los “deslices” de esta unidad. Disuelta la UCEP, la Metropolitana se transformó en la fuerza encargada de implementar el “orden” en la Ciudad.

Desde entonces, al compás de la criminalización que hace el macrismo de la protesta social, la policía de la Ciudad fue noticia por sus actos represivos. Los desbordes de violencia, en su mayoría durante desalojos, se registraron contra sectores vulnerables de la sociedad porteña. Se destacan: 

- Los desalojos de los terrenos tomados en la villa 31, el 16 de marzo de 2012. Los vecinos denunciaron que agentes de la Metropolitana golpearon a mujeres, niños y jóvenes. La represión incluyó disparos de balas de goma.

- Los desalojos de unos 25 puestos ubicados en plaza Constitución, en noviembre de 2012. Los vendedores se enfrentaron con los agentes y hubo cuatro detenidos. A estos se suman los intentos de desalojo de La Veredita, en el Bajo Flores, y de los manteros apostados sobre la calle Florida, en el microcentro, entre tantos otros. 

- El desalojo del Parque Indoamericano, en  2010, acaso el acto represivo paradigmático de esta fuerza que actuó en conjunto con la Federal. El saldo fue: dos personas asesinadas y 33 oficiales de la Policía Metropolitana y 12 de la fuerza Federal enjuiciados.

- La violenta detención, registrada por el fotógrafo de esta revista, Horacio Paone, el 28 de julio pasado en las adyacencias de las vías del ferrocarril Mitre, en Villa Urquiza. Entre cuatro y cinco agentes golpearon salvajemente a una mujer y a su pareja para detenerlos, por lo que se abrió una investigación interna. Lejos de ser un caso aislado, este acontecimiento se ensambla en una cadena en la que se cuentan hasta casos de gatillo fácil, lo que motivó un proyecto de ley para que los policías no puedan portar sus armas cuando estén fuera de servicio. Ante este escenario, los acontecimientos del 28 y 29 de enero pasados no hicieron más que confirmar una lógica política implementada por el PRO: la represión como convicción.

Las respuestas del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en una entrevista radial fueron contundentes: “No fueron balas de goma, sino de pintura que se usan para identificar a aquellos violentos (…). En el caso de la periodista de Canal 7 (sic) fue bala de pintura”, dijo el funcionario porteño, para defender el accionar de la Metropolitana durante la represión en el Parque Centenario. Sean de goma o de pintura, las marcas en el cuerpo de Julieta Egul son elocuentes. Y para justificar semejante violencia, el jefe de Gabinete aseguró: “La policía sufrió una agresión tremenda por parte de esta gente”. Egul lo desmintió: “No sabemos por qué empezó la represión policial, ya que no hubo provocación por parte de los manifestantes. Nos tomó por sorpresa”. Por otra parte, las imágenes grabadas por las cámaras de televisión muestran que no hubo ninguna provocación por parte de los manifestantes.

Quizás por eso, al 30 de enero, el portal de la Policía Metropolitana no publicó nada sobre el desalojo del Parque Centenario. Al contrario, se destacó que “la Policía Metropolitana desalojó puestos de ‘La saladita’ de Chacarita” y que un “pedófilo buscado intensamente por el FBI fue detenido en Ushuaia”. Según el portal “lo capturó la División de Investigaciones Telemáticas de la Policía Metropolitana. El FBI lo investigaba desde 2011 por difundir pornografía infantil a través de un sitio de Internet”. En sintonía con esta situación, el desalojo tuvo una casi nula cobertura en los medios hegemónicos.

“El pedido de los vecinos de enrejar Parque Centenario es histórico, quieren un lugar tranquilo y seguro”, continuó justificando lo injustificable, Horacio Rodríguez Larreta, esta vez desde Twitter. “Tranquilidad”, “Seguridad” y “Orden” son tres conceptos del conservadurismo que el PRO levanta como bandera e intenta materializar a base de balas de goma y de pintura. Así, la represión se presenta como “orden” y se encolumna detrás de una política electoral.

Al respecto, el analista Ricardo Rouvier, le dijo a Veintitrés: “La Ciudad se caracteriza por una clase media que valoriza mucho el orden y que no mira con gran simpatía a los sectores populares. Habrá que ver qué resultado tiene la represión en el Parque en la población porteña, considerando la sociología local. No se si el porteño ve este caso como un acto de ordenamiento por parte del Estado. En última instancia, dicen desde el PRO, se trataría de ordenar un parque, ponerle rejas, evitar los robos, el tránsito nocturno (yo no lo veo así). Habrá que ver en las próximas encuestas cómo incide, si le sirve a Macri para repuntar en imagen porque viene cayendo”.

Por su parte, el consultor Artemio López, agregó: “Hay un descontrol del espacio público, un abandono de los parques, provocado desde el propio macrismo, lo que permite luego presentar una intervención espectacular, con intervención policíaca. La mano dura tiene permeabilidad en el electorado porteño. Por caso, en Parque Chacabuco, Macri deja entrar los autos y no se puede caminar. Es una vergüenza. Es el primer gobierno que hace esta barbaridad”.

Al cierre de esta edición, la magistrada Andrea Danas, titular del juzgado en lo Contencioso Nº 9 de la Capital Federal hizo lugar a un pedido de amparo para que se suspendan las obras de enrejado dispuestas por el gobierno local hasta que “el magistrado que ha resultado desinsaculado en el sorteo llame autos a resolver la medida cautelar requerida en el escrito. Ello no implicará en modo alguno la apertura del Parque, sino la estricta continuidad de la situación actual”, expresó la jueza en su resolución.

Si bien la decisión ahora será estrictamente judicial, lo cierto es que la Policía Metropolitana dejó su huella de violencia en el espacio público porteño, una vez más.

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