La oposición busca la salida anticipada del kirchnerismo
Sonrientes, acomodados en sus sillas
frente a las cámaras, el operador golpista disfrazado de periodista
Mariano Grondona junto al entonces titular de la Sociedad Rural, Hugo
Biolcatti, entablaron el siguiente diálogo: MG: –Siempre nos decían,
cuando estábamos con las inundaciones, siempre que llovió paró…
HB: –Vos querés decir que el gobierno de Kirchner va a durar… para mí, dos años más. O sea que dos años van a ser muy duros…
MG: –¿Dos? ¿Te parece? No sé qué va a pasar…
HB: –Eso te quería escuchar.
MG: –No sé qué va a pasar… Hay un señor que se llama Cobos, ¿no? Que es vice…
El cierre fue de carcajadas compartidas.
Corría el año 2009. El gobierno de Cristina
Fernández venía de soportar la derrota en el Congreso en el debate del
proyecto de retenciones móviles –"la 125"–, y la traición de Julio
Cobos. En las elecciones legislativas de ese año, Néstor Kirchner perdió
en la provincia de Buenos Aires frente a Francisco de Narváez y la
oposición se convertía en mayoría en ambas cámaras parlamentarias.
Se entendían las sonrisas de Grondona y Biolcatti. Esperaban una
retirada anticipada del gobierno kirchnerista. Un deseo por el cual
estaban dispuestos a trabajar codo a codo con la oposición política y
mediática.
Pero se equivocaron. Esas sonrisas se fueron borrando de sus rostros
al ir viendo cómo el gobierno de CFK, lejos de rendirse a las presiones y
a los intentos destituyentes, recuperaba la iniciativa política, tomaba
medidas profundas que mejoraban la vida de millones de argentinos –la
Asignación Universal por Hijo, la reestatización del sistema
jubilatorio, son algunos ejemplos–, el promocionado Grupo A se
desmoronaba y a muchos opositores no les quedaba más que apoyar leyes
que contaban con un rotundo apoyo popular.
Los actos por el Bicentenario fueron la demostración, con cientos de
miles de argentinos en la calle, de cómo cambiaba el clima político y se
desbarrancaban las teorías del final del kirchnerismo. En 2011, y tras
sobreponerse al durísimo golpe de la muerte de Kirchner, Cristina
lograba la reelección con una diferencia histórica respecto del segundo
candidato.
En estas internas abiertas, como en las legislativas de 2009, pese a
ser la agrupación política más votada, el Frente para la Victoria perdió
en territorio bonaerense y en las provincias más pobladas del país.
Pese a que, de repetirse esta situación, en los comicios de octubre el
oficialismo mantendría el número de bancas en el Congreso, la idea
instalada por la oposición es que se trata de una derrota profunda que
anuncia el fin de ciclo. No sólo lo anuncia, lo anticipa.
La oposición política y mediática recuerda lo ocurrido en 2009. Y no
quiere que le vuelva a pasar. Por eso, en estos días, los mensajes que
hacen referencia a octubre están guiados a 2015. A Cristina le quedan
más de dos años de mandato, un tiempo extenso en el que el gobierno
puede reponerse de una supuesta derrota en las legislativas, recuperar
la iniciativa política, tomar medidas que logren el apoyo popular y
llevar a la oposición a quitarse las máscaras y mostrar sus falencias,
sus promesas vacías y quiénes son los poderosos personajes que se
ocultan detrás de sus candidaturas.
Le temen a los próximos dos años de gobierno. Y no por "las
venganzas" que llegarían a partir de octubre, sino porque el
kirchnerismo recupere votos y el apoyo de algunos sectores que dos
semanas atrás lo abandonaron.
No lo quieren permitir. No están dispuestos a correr ese riesgo.
De manera tal que se pueden cambiar las figuritas. En esta
oportunidad no son Grondona y Biolcatti, les toca a Chiche Duhalde y
Lilita Carrió, a Nelson Castro y a Jorge Lanata. Son lo mismo, es decir,
los mismos intereses.
"¿Cómo va a hacer para gobernar dos años más con esa situación
emocional?", se pregunta el periodista-doctor Nelson Castro,
argumentando que la presidenta sufre trastornos emocionales que no la
dejarán ejercer el poder. Jorge Lanata anuncia "el caos" para los dos
años próximos, mientras ofrece investigaciones con datos falsos que
rápidamente son destruidos por las pruebas que muestra el secretario
general de la Presidencia. "Basta mirar sólo un poquito para ver esta
maniobra tratando de generar en la sociedad odios, violencia, repulsión,
con actitudes y un nivel de agresividad e intolerancia con la
presidenta, su familia y hasta con Kirchner, que ya no está. No tienen
límite en las cosas que están haciendo", aseguró Oscar Parrilli.
Desde la dirigencia política, la oposición anuncia que, si en octubre
sacan más votos que en las PASO, van a ir por las presidencias de ambas
cámaras legislativas, pese a que el FPV sea claramente la primera
minoría.
Los autoproclamados "campeones de la institucionalidad" no tienen
ningún reparo en acudir a las estrategias más bajas para evitar que
Cristina termine su mandato o, si no pueden anticipar su salida, por los
menos condicionar su mandato y "marcarle la cancha" para una
"transición ordenada" hasta la llegada de uno de ellos.
Hay cosas que no se hacen. Hay poderes con los cuales no hay que meterse. Por eso, los que se animaron tienen que escarmentar.
En la Plaza de Mayo, en los festejos por los diez años de
kirchnerismo, Cristina alertó que ciertos sectores de la oposición, del
establishment, "vienen por todo".
En un peligroso déjà vu, repiten su estrategia de "aleccionar" al kirchnerismo y buscar su salida anticipada.
Por eso van por todo.
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