jueves, 6 de diciembre de 2012

"SON LOS NEGOCIOS, ESTÙPIDO!!!"

Clarín perdió ayer a su principal aliado

Cuando faltan apenas 48 horas para el 7D, el Grupo Clarín SA recibió una noticia demoledora, casi terminal para su estrategia de confrontación con el gobierno de los últimos tres años. El mexicano David Martínez, cabeza de Fintech Advisory Inc, propietario del 40% de Cablevisión, se presentó en la AFSCA para dejar asentada su voluntad de adherir a la Ley de Medios de la democracia y, a la vez, informar que en la próxima reunión de accionistas propondrá que lo más conveniente para la empresa (la de mayor facturación y ganancias del holding) es adecuarse respetando lo que manda el artículo 161, que sus socios controlantes vienen trabando en su aplicación con ayuda de la justicia cautelar.

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"Yo quiero hacer buenos negocios, si Clarín quiere disputar poder con un gobierno, que se convierta en un partido político. No cumplir la ley es un pésimo negocio, aquí y en cualquier lugar del mundo, para los inversores de buena fe como los que yo represento", explicó Martínez a sus colaboradores en la Argentina, el martes 4, antes de reunirse con las autoridades de la AFSCA. Esa misma noche, los técnicos del fondo con sede en Miami se reunieron con los funcionarios para evaluar el procedimiento a seguir. Ayer, la apoderada de Fintech, Lucía Rojo Vivot, presentó formalmente la propuesta, a las 17 horas, y Martín Sabbatella, una hora después, la hizo pública en conferencia de prensa. Falta que Martínez lo ratifique en la Bolsa. Todo esto bajo el estricto monitoreo de Cristina Kirchner, quien no salía de su asombro al ver que Martínez, en el crudo lenguaje de los negocios, hubiera confirmado lo que su gobierno denunció incontables veces: que la estrategia de Clarín SA en defensa de sus privilegios patrimoniales incluye desde el desconocimiento de la ley hasta el desgaste político de la administración democrática con fines destituyentes.
La jornada ya había sido movida. Cerca del mediodía, el ministro de Justicia, Julio Alak, arrojó luz sobre una presunta maniobra de la Sala 1 de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial, anticipándose a una eventual resolución del tribunal que podría extender la cautelar sobre los artículos 161 y 45, desconociendo el espíritu del fallo de la Corte Suprema dictado en mayo último, que fijó el 7D como fecha límite a este tipo de medidas. "Es un alzamiento contra la ley", dijo el ministro. La puerta a una verdadera crisis institucional, teniendo en cuenta que el juez Horacio Alfonso todavía debe expedirse sobre la cuestión de fondo, es decir, la constitucionalidad de los artículos para Clarín S A, aunque no de la ley, que tiene plena vigencia para todos los grupos.
En pocas horas, lo que Clarín S A instaló como una victoria judicial (la supuesta resolución de la cámara, que dejaría el 7D como una fecha simbólica pero con nulos efectos prácticos) se diluyó con el anuncio de su socio David Martínez. En todos sus materiales gráficos internos para homogeneizar el discurso de sus cuadros empresarios y editoriales, Héctor Magnetto se cansó de decir que el 7D no iba a pasar "fácticamente, nada". La versión que señalaba a Sala 1 cediendo a su pronóstico, finalmente, se topó con la realidad de los hechos: todos los grupos habrán presentado el viernes su plan de adecuación y el 40% de los accionistas de Cablevisión (la mitad del holding de Magnetto, hablando en cifras) expresó por escrito su voluntad de hacer lo mismo, nada menos, que ante la AFSCA, el organismo que se intenta demonizar permanentemente desde el diario de batalla y las 240 licencias radiales y televisivas que embisten contra la Ley de Medios por orden de su CEO.
¿Qué sucedió? ¿Por qué Martínez hizo lo que hizo? Mirado con ojos colonizados por Clarín, algo impensable. Para cualquier persona sensata, lo lógico: la gente hace negocios para ganar plata y no para perderla. El mexicano se cansó de explicar lo inexplicable a sus inversores: la baja del valor de la compañía es fruto de una decisión política de Magnetto de enfrentar a dos poderes del Estado (el Ejecutivo y el Legislativo), presionar groseramente al tercero (el Judicial) y desconocer una ley democrática que, más tarde o más temprano, se va a terminar cumpliendo. Si esto tuviera que ser testimoniado por la revista Barcelona, el título podría ser: "Los socios capitalistas de Cablevisión se cansaron de la política trotskista de Magnetto." Ir el todo por el todo, jugarse a un plan de demolición del adversario como única salida a un problema, más que una solución, es un problema insoluble. Cuanto peor, siempre es peor. Nunca, mejor. También en los negocios.
Lo que Martínez le dijo a Magnetto es, sencillamente, basta. No reaccionó con ira, lo hizo con la frialdad de un contable que ve cómo, mes a mes, los números viran del verde al rojo por un fanatismo político que lleva irremediablemente a la derrota de las finanzas. Martínez no es kirchnerista, está lejos de eso. Es un empresario que se animó a decir lo que otros (los nucleados en AEA y la UIA) callan en público y dicen, sin embargo, en privado: Magnetto no puede querer cargarse un gobierno mientras este, aunque no guste y sea aborrecible por populista, mantenga la legitimidad de los votos, que en democracia todavía valen más que las encuestas cautivas. De algún modo, aunque la asociación suene herética, esa es una vieja máxima guevarista, que también puede aplicarse a los capitalistas. La teoría del foco, decía el comandante argentino-cubano, es inviable en aquellos países que conserven la legitimidad institucional. No basta con la voluntad de derrotar al enemigo, por más que se lo odie mucho y de modo evidente, como Magnetto a Cristina Kirchner. Hacen falta además condiciones objetivas y subjetivas. Entre las primeras, el CEO de Clarín SA perdió en este último tiempo el apoyo de sus pares empresarios y hasta quebró su propia política de alianzas interna, con su socio Martínez, que le reprocha un faltante de caja por decisiones desacertadas desde el manual de Adam Smith y David Ricardo. Entre las segundas, la sociedad entera descubrió que usaba el sagrado valor de la libertad de expresión apenas como excusa para defender su bolsillo, al pretender encarcelar a periodistas que no opinan como él, lo cual le fue reprochado, incluso, por los periodistas que antes le respondían y dos asociaciones patronales, como ADEPA, en el orden local; y la SIP, en el internacional. Un papelón.
La impresión es que Magnetto perdió ayer su principal aliado en la pelea contra el gobierno democrático. Quizá demore en darse cuenta, tal vez la Sala 1 de la Cámara Civil y Comercial, o algún sector de la Corte, le dé un placebo para su dolor de muelas, pero ya será tarde. Demasiado tarde.
Héctor Magnetto tiene más posibilidades de ir preso por una denuncia penal de Martínez por "administración infiel" que por las otras causas abiertas que tiene en su contra.
Son los negocios, estúpido, podría decirle Bill Clinton.
Claro, si escuchara algo de lo que le dicen.

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