domingo, 30 de diciembre de 2012

el Consejo Nacional de Inteligencia y el futuro de la Humanidad


El futuro, según la inteligencia norteamericana

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John Maynard Keynes, el economistra británico ícono de la heterodoxia de los años treintas, en alguna oportunidad pronunció una frase lacónica para enfatizar la necesaria intervención del Estado para tener políticas activas, pragmáticas y de ruptura con los cánones liberales. “En el largo plazo, todos estamos muertos”, dijo Keynes, quien terminó sus días de un ataque cardíaco adjudicado a la sobrecarga de actividades en las que estaba involucrado (abril de 1946). Este inglés de alcurnia predicó cosas bastante similares a las que puso en práctica Franklin Delano Roosevelt al frente de la Casa Blanca tras la crisis financiera de 1929. Roosevelt moría también en pleno fragor de la post guerra, y al frente de la Presidencia de los Estados Unidos, un poco antes de la infame decisión de bombardear Japón (abril de 1945). Esos dos referentes del mundo económico y político expiraban en un momento bisagra del siglo XX conocido como “la guerra fría” y que se extendió hasta 1991, cuando se desintegró la Unión Soviética, el gran oponente de la alianza entre norteamericanos y británicos.
Hace unos pocos días, el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) de Estados Unidos dio a conocer el informe llamado Tendencias Globales 2030, que es una síntesis que pinta los distintos escenarios que ven diferentes académicos, líderes políticos y empresarios ligados a la maquinaria intelectual y universitaria de distintos lugares del mundo. El CNI –tal como se lo conoce desde 1979– fue fundado en 1946, y no sólo surgió sin la presencia física de Roosevelt y Keynes sino que es el predecesor inmediato de la CIA, fundada un año después. Desde ya, resultó más conocido el militar David Petraeus que estuvo en Afganistán al frente de la ocupación y luego ascendió nada menos que a comandar la CIA que Christopher Kojm, el jefe del CNI. Petraeus fue eyectado de la organización secreta mejor paga y más peligrosa del mundo, según dicen, por infidelidades. Kojm no tiene la mandíbula cuadrada y muchas condecoraciones bélicas pero egresó de Harvard y con sus antejos de marco finito puede darles mucha información sensible a quienes toman decisiones, tanto en la Casa Blanca como en las oficinas de las principales multinacionales. Cada tanto, el CNI brinda un informe público que seguramente omite secretos bien guardados pero, lo mismo, resulta útil para entender cómo ve el mundo la principal potencia militar y política del planeta.
Dentro de 17 años. Es difícil predecir si en 2014, por ejemplo, cuando se cumpla un siglo del inicio de la Gran Guerra, el planeta estará en paz. Tendencias Globales 2030 se ocupa de las grandes variables y no de los intereses del día a día. Los tres grandes problemas de la humanidad serán agua, comida y energía, cuya demanda crecerá en el orden del 35%, 40% y 50%, respectivamente. Es interesante ver que el aumento de población previsto es de 15%; la actual es de 7.000 millones de habitantes y se estiraría hasta 8.300 millones. Los expertos del CNI prevén más clase media y más población en los conglomerados urbanos. Los avances tecnológicos hacen prever una extensión de la vida. Es decir, con dos tercios de los habitantes en ciudades, pero con muchos menos trabajadores que aporten a una seguridad social que tendrá a muchos más trabajadores pasivos. Y con una expectativa de consumo energético para el momento en el cual las reservas hidrocarburíferas estén al rojo vivo y con el centro –tal como lo indica el Departamento de Energía de Estados Unidos– puesto en las reservas no convencionales (shale oil y shale gas, como Vaca Muerta) que demandan inversiones altísimas y tienen formas muy contaminantes de extracción además de demandar una cantidad de agua extraordinaria para la operación. En ese contexto, el informe advierte que Medio Oriente y Asia serán las regiones “más volátiles e inestables”. No es preciso ser un especialista en geopolítica para entender que la encarnizada guerra en Siria, la persistencia de la ocupación de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán así como la amenaza de invasión a Irán tienen más el signo de los intereses de la Gran Potencia que el de las supuestas peleas religiosas y políticas. La Casa Blanca no pierde el optimismo y se ve en un muy buen lugar para los próximos años en materia energética. El documento subraya que Estados Unidos podría convertirse en un exportador energético importante en 2020 y en 2030 y reducir o suspender sus importaciones de petróleo crudo gracias a la capacidad de explotar sus yacimientos no convencionales, tal como ya empezó a hacer. “La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría perder el control de los precios del crudo y estos caerían, tal vez sustancialmente”, dice. Es decir, Estados Unidos, en ese escenario, no sólo sería la principal potencia política y militar sino que recuperaría la llave del precio del petróleo, perdido en 1973. Desde ya, las multinacionales alimentarias tienen eje en Estados Unidos. Tampoco les falta control sobre el agua. Cabe recordar que Alaska, en 1959, plena Guerra Fría, se convirtió en una de las estrellas (la número 49) que representan los Estados asociados. Alaska es el Estado más grande y después de la Antártida es una reserva estratégica de agua.
Respecto de China, el CNI le guarda un sólido segundo puesto: para 2020 sería la primera economía mundial y podría ser el epicentro de la política internacional, dado que la región Asia Pacífico –desde India hasta Japón– pasan a tener un combo de flujo de mercanciás en el comercio internacional, desarrollo de tecnologías, acuerdos regionales, formas de financiamiento y de canasta de monedas para el intercambio entre ellos que los autonomiza de Estados Unidos y los organismos bajo su órbita (FMI, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio).
América Latina. El estudio confirma datos de la Cepal, en el sentido de la continuidad del crecimiento del PBI (que estiman en un promedio del 3,5% anual para los próximos 17 años) y de una reducción sostenida de la pobreza. Advierten sobre las inestabilidades resultantes de la lucha contra “el narcotráfico y el crimen organizado”, una entelequia que puede servir para continuar con el intervencionismo histórico de la Casa Blanca y el Departamento de Estado en la región. Pone a Brasil en el lote de los países con preponderancia económica y política. No contempla el despegue de México y sorprende con Colombia, al que coloca en el lugar de principal sorpresa.
Sin dudas, este documento aparece unos días antes de la reasunción presidencial (se concretará el 20 de enero próximo) y de la novedad del relevo de Hillary Clinton como secretaria de Estado. En su lugar fue John Kerry, también del Partido Demócrata y un católico practicante que hasta el día antes de ser el número dos del Estado más poderoso de la Tierra estaba al frente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado. El antecedente más importante de Kerry es haber sido candidato presidencial en 2004 y haber perdido con George Bush (hijo).
Es muy dificil aventurar qué tendrán Obama y Kerry en mente respecto de, por ejemplo, las relaciones con Cuba, aunque algunos anticipan que es una de las cartas en la manga para ponerse a tono con el reclamo de todos los mandatarios de la región. Lo que sí debería ser motivo de estudio por parte de los laboratorios políticos y económicos latinoamericanos es la necesidad de avanzar con la integración de los organismos regionales que den cuenta de los nuevos liderazgos. Es decir, si se prevé crecimiento en la región ante una demanda internacional de alimentos, cabe preguntarse si no mejoran las posibilidades de mayor autonomía. Por caso, de contrapesar la comercialización de alimentos, cuyos precios se manejan desde el mercado de Chicago y están en manos de multinacionales ajenas a este lado del planeta. También cabe preguntarse si el Banco del Sur no podría jugar un papel de magnitud. O si las operaciones comerciales no podrán hacerse con una canasta donde a las monedas latinoamericanas se sumen no solo el dólar y el euro sino las de China, Japón o India. Ni hablar de los desafíos en materia de cooperación de las empresas estatales o mixtas de energía y petróleo. O del cuidado de la soberanía de territorios ocupados (Malvinas) o sistemáticamente amenazados, como es el caso reciente del golpe de Estado en Paraguay. Todos ven una América latina con buena perspectiva económica y relativamente alejada de los escenarios más conflictivos. Todos reconocen los cambios de paradigma y de revitalización política. Pero, la visión de largo plazo en la región queda relegada. Quizás haya demasiados que recuerdan al audaz Keynes por esa frase de que en el largo plazo estamos todos muertos. Es hora de seguir valorando los logros y apoyarse en ellos para profundizar. El empleo, eje de acción de estos años, es uno de los logros de basar el crecimiento en la llamada demanda agregada. Si los líderes de esta región pueden avanzar en la unidad agregada, las fortalezas crecerán.

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