viernes, 12 de abril de 2013

LA FOTO QUE PABLO BRUERA NO SUBIÓ A TWITTER



Piedra libre




En el mismo momento en que La Plata se inundaba, su intendente se daba la gran vida en Brasil. Lo que no quiso ver, los informes que ignoró y cómo favoreció a empresarios de la construcción. La historia de un político sinuoso y su alianza con el violento Pata Medina.
Despejemos el terreno de movida; Bruera no es culpable de que haya aumentado en todo el mundo el consumo de energía, ni de que se haya incrementado la actividad industrial; tampoco es culpable de la deforestación ni de las emisiones de CO2 y metano hacia la atmósfera, los principales gases de efecto invernadero causantes del cambio climático. Pero Bruera sí es culpable de haber reformado el Código de Ordenamiento Urbano platense para permitir la construcción desmedida y descontrolada, a favor de empresas de construcción; de haber desoído informes que alertaban sobre el problema hídrico, de haber twitteado una foto falsa que lo mostraba colaborando con los inundados cuando en realidad se encontraba de vacaciones en Brasil y, por último, de codearse con la violencia sindical del Pata Medina que intentó obstaculizar las tareas solidarias llevadas adelante por otros grupos políticos.

La foto que el intendente no subió a Twitter es una postal que muestra mucho más que a Bruera de vacaciones. Desnuda una gestión dedicada a maquillar y que ahora, literalmente, tapó el agua, dejando decenas de víctimas inocentes en las calles de la hermosa ciudad de las diagonales. Pablo Oscar Bruera tiene 48 años, es oriundo de la ciudad bonaerense de 25 de Mayo y se desempeña en la función pública desde 1997, cuando fue electo concejal en la ciudad de La Plata. Dentro del Partido Justicialista acompañó al entonces intendente Julio Alak, actual ministro de Justicia de la Nación, hasta que rompió en 2003 y compitió por el Frente Renovador Platense. Perdió esas elecciones, pero volvió al ruedo como diputado provincial en 2005. Hasta que en 2007, finalmente, consiguió ser electo intendente con una campaña curiosa: “Bruera es Agosto”, rezaban las pintadas, haciendo un juego de palabras con el mes que venía después de Julio (Alak).

La gestión comunal está basada en un trípode familiar. Tres hermanos: Pablo, el mayor, es intendente, dirige los hilos desde la municipalidad y abrocha los acuerdos políticos; Gabriel, el del medio, es diputado provincial, pero las fuentes aseguran que tiene mucho más poder, y muchos lo sindican como una especie de “monje negro” que maneja gran parte de la política platense. Mariano, el menor, “es una especie de ministro sin cartera pero también con mucho poder; te diría que es el que hace caja pateando la calle”, se animan a asegurar los consultados por esta revista.

Proclive a presentarse como un referente de la “nueva política”, su gestión tiene muchos puntos de contacto con lo que hace Mauricio Macri al frente de la ciudad de Buenos Aires: mucho maquillaje, poca infraestructura y recaudación. “Esto lo demuestra, por ejemplo, lo que pasa con el estacionamiento. La Plata es la ciudad que tiene más calles con estacionamiento medido, y hasta implementó un sistema para pagar vía mensaje de texto con el teléfono celular”, relatan los vecinos. El dinero, claro, no fue a financiar la ampliación de arroyo El Gato, obra que fue recomendada por los expertos varias veces y que habría mitigado la dramática inundación.

Esa obra integraba el viejo Código de Planeamiento Urbano que el intendente se encargó de paralizar. El método: reemplazarlo con uno nuevo que, a imagen y semejanza de su par porteño, privilegiaba los negocios inmobiliarios sobre el bien común. El trámite legislativo no fue sencillo: varios concejales se negaban a aprobar el proyecto con cuestionamientos varios. Pero Bruera contó entonces con el apoyo de quien desde entonces se presenta como su perro guardián: Pata Medina.

El hombre que conduce la UOCRA platense apoyó a Bruera desde 2007, pero la alianza quedó sellada con el Código de 2010. “El Pata Medina, con el argumento de que esa medida daría más trabajo al gremio de la construcción, apoyó con todo a Bruera desde el sindicalismo. Desde el empresariado, el que le arrimó los apoyos para conformar esa alianza de la construcción fue Raúl Kraiselburd, dueño de El Día, aliado mediático del intendente”, detalla un político de La Plata.

Una nota publicada en el blog del sitio web www.infoplatense.com.ar, en abril del 2010, daba cuenta de las presiones que ejercía la UOCRA para que se aprobara la reforma propuesta por el intendente. “Tengo presiones para aprobar el proyecto, pero apelo a la buena voluntad”, denunciaba en su momento el concejal del Bloque Nacional y Popular Miguel Forte, que aseguraba estar presionado por la conducción de la CGT platense. El artículo agregaba: “Pero tal como pudo constatar este medio, su caso sería solamente uno más, ya que fuentes oficiales del Concejo Deliberante explicaron que ‘varios concejales fueron apretados’ para que apoyen la iniciativa. ‘El Pata Medina quiere que se apruebe ya, que no se pierda más tiempo, y habló con un par de concejales para que no se animen a vetar el proyecto’”, agregaba la nota del sitio web.

Esta semana, el hijo del Pata Medina fue detenido junto a otros tres miembros de la UOCRA acusados de golpear a los militantes de La Cámpora que participaban de tareas solidarias en La Plata. Desde esa organización sospechan que la golpiza fue una advertencia para que el oficialismo nacional no impulse una destitución del intendente. Motivos para impulsarla, parece, abundan.
Bruera ya tiene una demanda por homicidio culposo, basada en que hubo informes y advertencias que el intendente no quiso oír. El Código de Ordenamiento Urbano Territorial de la ciudad de La Plata fue elaborado por un grupo de expertos y se transformó en la ordenanza número 9231 después de ser votado por todos los legisladores del Concejo Deliberante en el año 2000, con Julio Alak al frente de la intendencia. El trabajo hacía foco en las áreas de posible riesgo de inundación, desalentando la construcción en cuencas de arroyos y retirando obras ya establecidas en esos lugares. La ordenanza también habilitaba la creación de un Comité de Cuenca. Las áreas inundables son las mismas que fueron tapadas por las aguas el pasado 2 de abril por la noche. Según uno de los redactores del trabajo que habló con Veintitrés, era fundamental el ensanchamiento y las obras sobre el arroyo El Gato, que es donde se escurre el 60 por ciento de las aguas de la ciudad y barrios próximos. Otros arroyos como el Maldonado y Del Bosque desagotan el resto.

En el mismo sentido, el arquitecto y docente de la UNLP Ariel Iglesias, responsable de la redacción de ese código, afirmaba en diálogo con el sitio minutouno.com que aquella norma “proponía una ciudad sustentable en el tiempo tanto social como ambientalmente”, al tiempo que aseguró que la reforma del 2010, que impulsó Bruera, “no cumple con los insumos básicos de un proceso de ordenamiento urbanístico territorial y aparece como un producto en el cual sólo se consideran parcialmente variables relacionadas a intereses inmobiliarios en el corto plazo”. Clarito, Iglesias.

En la última gran precipitación lo que pasó fue que el arroyo El Gato, en lugar de ser salida, fue más bien tapón del agua, y esto causó la inundación. Un arquitecto que prefirió hablar off the record añadió “obras de reservorios que no se continuaron y que están ubicados en la avenida que circunvala la ciudad, que sirven para aliviar los barrios Tolosa y Los Hornos. No se hizo nada –agregó– y desde el 2000 para acá llovió cada vez más. No quiero decir que con obras la ciudad se hubiera salvado de una inundación, pero habría sido más leve y quizá sin consecuencia fatales”.

Otro aviso que Bruera no quiso oír provino del máximo tribunal de la provincia de Buenos Aires, la Suprema Corte de Justicia, que hace dos años advirtió al intendente por la “relajación de normas destinadas a regular el uso del suelo”, al sancionar el nuevo Código de Ordenamiento Urbano, porque podían provocar un potencial riesgo a la estructura general de la ciudad, según consta en un artículo publicado por el diario La Nación el 6 de abril último.

Para mal de Bruera, otro informe es más lapidario, y es anterior al aviso de la Suprema Corte. En el año 2007, la Facultad de Ingeniería de La Plata advertía sobre la insuficiencia del sistema de desagüe de la ciudad, que atribuía a la impermeabilización que generaba el desarrollo urbano, la pavimentación y, fundamentalmente, al estado crítico y de colapso del arroyo El Gato. Con más de doscientas fojas, el informe comenzó a elaborarse mucho antes, después de las inundaciones de enero de 2002, a cargo del ingeniero Pablo Romanazzi y un equipo de 25 personas.

“El arroyo El Gato se presenta insuficiente aun para tormentas frecuentes de baja magnitud”, señalaba. El trabajo sugería ampliar la capacidad de conducción del curso del arroyo, principalmente desde la avenida 19 hasta su desembocadura en el Río de la Plata dotándolo de un revestimiento. En una segunda etapa, proponía avanzar con el ensanche, con el revestimiento y el montaje de taludes hasta la calle 133, por lo que se debía liberar de asentamientos las márgenes. La cuenca de El Gato tiene 12.412 hectáreas y una longitud de 25 kilómetros. En la cuenca total de La Plata y barrios de los alrededores viven unos 400 mil habitantes.

Los damnificados fueron miles y en representación de muchos de esos vecinos, el doctor Martín Berasategui presentó el lunes pasado una denuncia penal en contra de Bruera. “A nuestro criterio le cabrían dos responsabilidades. La política, en lo que concierne al Concejo Deliberante, y la penal o jurídica por la posible comisión de dos delitos: homicidio culposo e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Ambas podrían unificarse en un delito: estrago doloso. En cuanto a la falta en los deberes podríamos mencionar el incorrecto mantenimiento de los desagües pluviales, el nuevo Código Urbano, el mal mantenimiento de los arroyos y el aumento de los residuos líquidos, producto de la construcción indiscriminada de viviendas”, señaló el letrado. En el texto de presentación, se solicitó al fiscal el informe que en su momento presentó la Facultad de Ingeniería.

Respecto del tweet que desnudó la mentira de su gestión, Bruera ensayó una disculpa: “Todo el pueblo de La Plata necesita de parte mía un reconocimiento de este grave error y mis disculpas”, y agregó que “tenemos que trabajar en las causas de esto, y en explicarles a los platenses que esto no va a volver a suceder”, dijo en el inicio de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante.

Tal vez las disculpas alcancen para entender una evidente desprolijidad mediática de gente, por lo visto, acostumbrada a maquillar la realidad. Seguramente no alcanzarán para devolverles la vida a las decenas de víctimas ni a mitigar el dolor de miles de platenses afectados por la inundación. Tampoco alcanzarán para entender por qué, en aras de la ambición desmedida, de la ganancia extrema, del desarrollo a cualquier precio, se rifa la vida de miles de personas. Y no solamente en La Plata.

Informe: Jorge Repiso
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Lo que gastó

Aterrizar en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro y ser conducido por una sinuosa carretera hacia el sur para encontrarse con el paraíso vale la pena. En Angra dos Reis se encuentra el Club Med Rio das Pedras, un exclusivo resort ubicado a 120 kilómetros de la Cidade Maravilhosa. Paisaje salpicado por morros verdes y mar turquesa, habitaciones de lujo, régimen de comidas y bebidas all inclusive, la práctica de deportes acuáticos y piscinas de agua límpidas tienen su precio. Para pasar unos días en ese lugar alejado del estrés, Pablo Bruera desembolsó una tarifa salada como el mar, sea en billetes verdes o pesificada. Por siete noches de estadía y teniendo en cuenta a dos pasajeros, el costo de una habitación familiar de lujo se eleva a los 4.870 dólares en total. Este paquete comprende los pasajes y traslados. También se puede escoger la estadía sin contar con el aéreo ni el almuerzo. En ese caso, el valor se reduce a los 3.496 dólares. Los pasajes van desde los 5.500 pesos en clase económica o 22.000 en primera. Una vez en destino y si se “tarjetea” por un simple pareo o bronceador no previsto, agregarle el veinte por ciento por el consumo en moneda extranjera.
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La inundación oculta

La tormenta también causó estragos en San Isidro. Pero, tal vez por las graves consecuencias del temporal en La Plata, los daños que causaron las lluvias de la semana pasada en el norte de la provincia de Buenos Aires pasaron inadvertidos para la prensa. Sin embargo, eso no sería grave si las autoridades del municipio se hubieran puesto al frente de la emergencia. Al cierre de esta edición, el intendente de San Isidro, el radical Gustavo Posse, no había enviado asistencia a los vecinos de La Cava, uno de los barrios humildes más antiguos de la provincia, donde viven alrededor de 10 mil personas.

“El agua pasó los marcos de las puertas”, aseguró en diálogo con Veintitrés Andrés Suárez, referente de la agrupación Peronismo Militante en San Isidro, una de las organizaciones que asistió a los vecinos que se autoevacuaron el martes 2 de abril cuando el agua, que superó los dos metros de altura, ingresó a sus hogares arrastrando todo a su paso. Como ocurre la mayoría de las veces, las familias más humildes sufrieron las peores consecuencias. En esta ocasión, se inundó El Pozo de La Cava, el nombre con el que se conoce a una de las zonas en las que está dividido este barrio de San Isidro.

“Los vecinos están enojados con el intendente”, agregó Suárez, quien realiza trabajo militante hace diez años en La Cava. Llegó al barrio después de la crisis de 2001 para colaborar en un comedor comunitario que entonces atendía alrededor de 1.500 personas y hoy, doce años después, se define como un “peronista que apoya al kirchnerismo” trabajando en territorio bonaerense. “No es la primera vez que pasa. En 2012 murió un nene electrocutado por los estragos de la tormenta que hubo en diciembre y en 2010 un árbol caído en una tormenta causó otra víctima fatal”, añadió.

El intendente, un radical alineado con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, no sólo ignoró a los vecinos, según denunció la fuente, sino que aseguró haber realizado las obras necesarias para que San Isidro no se inunde más. Apenas paró de llover, al ser consultado por el periodismo, Posse se jactó de que su distrito “no haya sufrido las consecuencias” de las lluvias, como ocurrió en La Plata y en algunos barrios porteños. Según declaró, “se debe a un plan maestro de obra pública e higiene urbana”. Al trascender que los habitantes de La Cava debieron autoevacuarse, Veintitrés intentó comunicarse con el jefe comunal, que prefirió no hacer declaraciones. 

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