Cómo hicieron los principales cuadros de la Curia para insertarse en el Ministerio de Educación porteño.
En pleno debate público sobre el aborto no punible, se vuelve a plantear el tema de dónde ubica la Iglesia a sus principales cuadros dentro de la estructura del Estado. La alharaca de los grupos pro vida –efectiva para casos puntuales pero que se aleja del inconsciente colectivo de los porteños cuanto más se expone a la luz pública – no es el estilo de la Curia, tradicionalmente sigilosa y discreta. La jerarquía eclesiástica históricamente ha puesto sus alfiles en tres lugares: relaciones exteriores, justicia –en tribunales y en cargos ejecutivos– y educación. En este último ámbito es donde el clero ha hecho su mayor inversión desde la llegada al poder de Mauricio Macri.
La inminencia de la intervención quirúrgica en el Ramos Mejía obligó a la doctora Myriam Rustán de Estrada a inmolarse profesionalmente. Rustán es cuñada de Santiago de Estrada, llamado El Obispo dentro de los ámbitos políticos, amigo personal de Jorge Bergoglio, de llegada directa al Vaticano y ex funcionario de dos dictaduras. No tan conocido es que De Estrada es el hombre que opera en nombre de los colegios católicos privados de la alta sociedad y que fue socio de Juan Rafael Llerena Amadeo –ex ministro de Educación de Jorge Videla– y profesor en varios colegios religiosos de –valga la paradoja– Formación Cívica, materia donde se estudia la Constitución.
En el PRO, y especialmente en el área pedagógica, los representantes de la Curia han ganado ampliamente la partida contra los sectores más clásicamente liberales del oficialismo porteño expresados en las figuras de los diputados Laura Alonso y Julián Obiglio (mandato cumplido). Los cuadros de la Vicaría de la Arquidiócesis de Buenos Aires especializados en educación y bendecidos por De Estrada han copado la cartera del ministro Esteban Bullrich. De ese espacio clerical proviene la directora general de Educación de Gestión Privada de la Ciudad, Beatriz Jáuregui, ex asesora de la legisladora del PRO y actual presidenta de la comisión de educación Victoria Morales Gorleri –llamada en los pasillos de la Legislatura como la diputada de Bergoglio–. El puesto que ocupa Jáuregui, fue ejercido hasta 2010 por Enrique Adolfo Palmeyro, quien fue representante de la Vicaría de Educación en la Comisión Arquidiocesana Pastoral. Hasta el escándalo desatado por la falta de micros escolares para los chicos de la Villa 31, en ese ministerio también trabajaba Max Gulmanelli, graduado en el Consudec (Consejo Superior de Educación Católica), asesor personal de De Estrada y secretario del Departamento de Escuelas Parroquiales del Arzobispado de Buenos Aires. En la cartera que impide que se avance en materia de educación sexual en los escuelas, también tiene un alto cargo Eugenio Visiconde, candidato duhaldista en San Martín en las elecciones de 2011 y autor de varias obras sobre religión y catequesis; y Natalia de Gioia responsable de firmar los subsidios a los colegios privados y que proviene de la Arquidiócesis porteña. La lista de funcionarios vinculados al clero en el Ministerio de Educación a las que accedió este medio continúa, pero más allá de los nombres y de las inobjetables creencias religiosas que los funcionarios profesan, la religión se entromete en los asuntos terrenales. “El nivel de transferencia del gasto educativo porteño al sector de gestión privada en 2009 fue del 19%, lo que ubica a la Ciudad de Buenos Aires en el tercer puesto en el nivel de transferencias al sector de gestión privada, luego de Córdoba y Santa Fe. Esta proporción se incrementó notablemente a partir de 2008, con el cambio de gestión”, detalla Sol Prieto, investigadora del Conicet/CEIL. Según cifras del propio Ministerio de Educación porteño, el 87 por ciento de esos establecimientos privados son religiosos. Del total de escuelas en la ciudad, el 32 por ciento es de gestión particular no estatal. En 2011, la cifra de subsidios a la educación paga trepó a 800 millones de pesos. Ese número representa un incremento de 200 millones respecto a 2008 y ha beneficiado a colegios donde los padres pagan 2000 pesos mensuales. Por tomar unos ejemplos, en 2009 se subsidió con 146.000 pesos al Instituto Ana María Janer en cuya web se puede leer: “Hijos míos, estudiad y meditad la vida de Jesucristo”; con 100 mil al Instituto Nuestra Señora de las Nieves y con 300 mil a Nuestra Señora de la Misericordia.
Los cuadros de la Iglesia están allí, lejos de las realidades terrenales de sus fieles, en vigilia sigilosa, hasta que tengan que salir a la luz pública como esta semana le tocó a Rustán de Estrada.
La inminencia de la intervención quirúrgica en el Ramos Mejía obligó a la doctora Myriam Rustán de Estrada a inmolarse profesionalmente. Rustán es cuñada de Santiago de Estrada, llamado El Obispo dentro de los ámbitos políticos, amigo personal de Jorge Bergoglio, de llegada directa al Vaticano y ex funcionario de dos dictaduras. No tan conocido es que De Estrada es el hombre que opera en nombre de los colegios católicos privados de la alta sociedad y que fue socio de Juan Rafael Llerena Amadeo –ex ministro de Educación de Jorge Videla– y profesor en varios colegios religiosos de –valga la paradoja– Formación Cívica, materia donde se estudia la Constitución.
En el PRO, y especialmente en el área pedagógica, los representantes de la Curia han ganado ampliamente la partida contra los sectores más clásicamente liberales del oficialismo porteño expresados en las figuras de los diputados Laura Alonso y Julián Obiglio (mandato cumplido). Los cuadros de la Vicaría de la Arquidiócesis de Buenos Aires especializados en educación y bendecidos por De Estrada han copado la cartera del ministro Esteban Bullrich. De ese espacio clerical proviene la directora general de Educación de Gestión Privada de la Ciudad, Beatriz Jáuregui, ex asesora de la legisladora del PRO y actual presidenta de la comisión de educación Victoria Morales Gorleri –llamada en los pasillos de la Legislatura como la diputada de Bergoglio–. El puesto que ocupa Jáuregui, fue ejercido hasta 2010 por Enrique Adolfo Palmeyro, quien fue representante de la Vicaría de Educación en la Comisión Arquidiocesana Pastoral. Hasta el escándalo desatado por la falta de micros escolares para los chicos de la Villa 31, en ese ministerio también trabajaba Max Gulmanelli, graduado en el Consudec (Consejo Superior de Educación Católica), asesor personal de De Estrada y secretario del Departamento de Escuelas Parroquiales del Arzobispado de Buenos Aires. En la cartera que impide que se avance en materia de educación sexual en los escuelas, también tiene un alto cargo Eugenio Visiconde, candidato duhaldista en San Martín en las elecciones de 2011 y autor de varias obras sobre religión y catequesis; y Natalia de Gioia responsable de firmar los subsidios a los colegios privados y que proviene de la Arquidiócesis porteña. La lista de funcionarios vinculados al clero en el Ministerio de Educación a las que accedió este medio continúa, pero más allá de los nombres y de las inobjetables creencias religiosas que los funcionarios profesan, la religión se entromete en los asuntos terrenales. “El nivel de transferencia del gasto educativo porteño al sector de gestión privada en 2009 fue del 19%, lo que ubica a la Ciudad de Buenos Aires en el tercer puesto en el nivel de transferencias al sector de gestión privada, luego de Córdoba y Santa Fe. Esta proporción se incrementó notablemente a partir de 2008, con el cambio de gestión”, detalla Sol Prieto, investigadora del Conicet/CEIL. Según cifras del propio Ministerio de Educación porteño, el 87 por ciento de esos establecimientos privados son religiosos. Del total de escuelas en la ciudad, el 32 por ciento es de gestión particular no estatal. En 2011, la cifra de subsidios a la educación paga trepó a 800 millones de pesos. Ese número representa un incremento de 200 millones respecto a 2008 y ha beneficiado a colegios donde los padres pagan 2000 pesos mensuales. Por tomar unos ejemplos, en 2009 se subsidió con 146.000 pesos al Instituto Ana María Janer en cuya web se puede leer: “Hijos míos, estudiad y meditad la vida de Jesucristo”; con 100 mil al Instituto Nuestra Señora de las Nieves y con 300 mil a Nuestra Señora de la Misericordia.
Los cuadros de la Iglesia están allí, lejos de las realidades terrenales de sus fieles, en vigilia sigilosa, hasta que tengan que salir a la luz pública como esta semana le tocó a Rustán de Estrada.
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