Néstor: A dos años
de Nilda Garré, Ministra de Seguridad, el El Sábado, 27 de octubre de 2012 a la(s) 15:53 ·
Néstor se zambulló, una vez más, en la multitud reunida en el patio de la embajada argentina en París. La mayoría eran estudiantes, residentes en la ciudad luz. En su segunda visita a Francia como presidente, en 2005, quería tomar contacto directo con ellos, lejos de cámaras y periodistas.
“Lo que Uds están haciendo está muy bien. Pero piensen que en algún momento, no necesariamente ahora, tienen que regresar al país, porque el Estado quedó vaciado de cuadros técnicos”, dijo en respuesta a algunas inquietudes que recogía al pasar.
“Si yo vuelvo, presidente, ¿Ud me garantiza un puesto de trabajo?” preguntó una jovencita.
“No, yo te garantizo una trinchera”, respondió, y le extendió una tarjeta personal.
Una trinchera… Muchas veces pienso en esta anécdota que me contaron colaboradores míos que habían asistido a la sede diplomática ese día.
La acción política por la justicia social, la soberanía política, el crecimiento económico con equidad, la lucha contra la pobreza desde sus causas mismas, crea antagonistas muy poderosos.
Los militantes del movimiento nacional y popular –y en particular los que venimos del peronismo- conocemos bien de lo que son capaces el establishment y las corporaciones cuando la política deja de serles instrumental y vuelve a ser herramienta de transformación. Por eso la “trinchera” es la figura retórica adecuada.
Con su osadía extrema, Néstor dio vuelta el tablero político. Los actores se reacomodaron en el nuevo escenario generado muy rápidamente. Néstor se salteó los dogmas de la vieja política e hizo un doble llamado, ideológico y generacional, a sumarse al cambio.
Esa convocatoria transversal, del centro a la izquierda y del peronismo al resto de las fuerzas políticas y sociales, se apoyó primero en nosotros, la generación de la JP de los setenta (los que protagonizamos el “luche y vuelve”, el triunfo del Frejuli, la primavera camporista y la defensa de los Derechos Humanos durante la dictadura) para gestionar el nuevo capítulo del proyecto de liberación. Pero pronto logró devolverle vitalidad a la política y despertar en amplios sectores de la juventud el compromiso y el fervor innovador de la militancia.
No mintió Néstor cuando ofreció trincheras: hablaba de una gesta desigual, en un frente difuso, un enemigo poderoso defendiendo intereses y, a veces, una retaguardia de sargentos estaqueadores que hasta nuestra comida se comen.
Néstor y Cristina entendieron en 2003 que ponían en marcha una nueva instancia del movimiento de transformación que había pasado de la resistencia a la dictadura, a la transición democrática, y de nuevo a la resistencia y al desánimo con la traición del neoliberalismo.
Nos señalaron que la justicia social no podía esperar a las condiciones óptimas. A mi generación le ofrecieron la posibilidad de rendir un último servicio, capeando tifones, cimentando la institucionalidad de un orden más justo, sin impunidad ni distorsiones económicas y sociales estructurales.
Ese desafío es, desde 2003 y hasta ahora, transformar la realidad en las condiciones dadas. Desde el territorio, ampliar la base del diálogo; desde el gobierno, gestionar. Esos desafíos que impone el escenario real, no el “mapa del terreno” sobre el cual siempre es fácil juzgar a los que realizan obras concretas, son las trincheras de las que hablaba Néstor.
La política transigió con los poderes en los años noventa. Le fue fácil gestionar el vaciamiento y saqueo del país porque contaba con los infinitos recursos del establishment.
Néstor optó por confrontar con los poderes. Cambió el escenario, recuperó la dignidad para la política y el sentido de la Democracia. Y repartió trincheras…
En nosotros, cuadros militantes de un proyecto de emancipación social y nacional, Néstor primero y Cristina ahora, han depositado la responsabilidad de arraigar las conquistas, protegerlas. La lucha es dispar, la carga es desigual, pero debemos encararla con convicción y también con alegría.
En este segundo aniversario de su muerte, sepamos estar a la altura, honrar la memoria de Néstor y la fuerza de Cristina en nuestra militancia cotidiana, ser probos, inteligentes, pacientes (y muy pacientes), para resguardarla y seguir avanzado hasta construir la Patria Grande iberoamericana, socialmente justa, libre y democrática.
¡Gracias Néstor!
¡Fuerza Cristina!
Nilda Garré
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