viernes, 14 de enero de 2011

COSECHÁNDOLA CON PALA


El intento de la Mesa de Enlace de instalar un escenario de conflicto con el gobierno nacional, parecido al detonado en el 2008 por la fijación de retenciones móviles a partir de la resolución 125, persigue claramente -al par que un objetivo político: desgastar a la gestión de Cristina, fungiendo una vez más como ariete de los sectores dominantes de la Argentina- ocultar los verdaderos términos del debate del "problema del campo".

Términos que, al igual que la asonada destituyente de tiempo atrás, están relacionados con la verdadera situación del sector que -aun con las dificultades para la comercialización del trigo en el mercado interno que son "el tema" del momento- registra niveles extraordinarios de rentabilidad: en el pasado 2010 y en lo que va del actual 2011,  los empresarios del "campo" han ganado más plata que nunca en la historia argentina; cualquiera sea el rubro de la producción agrícola o ganadera al que se dediquen.

Comencemos por referirnos a la carne vacuna, elemento fundamental de la dieta de los argentinos que todos sabemos cuanto cuesta en las carnicerías o en el supermecado, pero que no muchos asocian con el considerable incremento de la cotización del ganado en pie.

Se ha producido un aumento significativo del precio del kilo vivo, que todos los consumidores pagamos y que resulta en beneficio directo de los dueños de los vacunos, lo que no puede ignorarse; pese a que los voceros del sector como el senador Mercier, solo se refieran a la merma en el stock ganadero, ignorando sistemáticamente la extraordinaria rentabilidad lograda por la actividad, en especial en los últimos dos años.

Sigamos con la soja, cultivo que significa más de la mitad de lo sembrado en el país (en superficie y en volumen de producción) y que sigue en alza, lo que ha  significado elevadísimas ganancias a quienes lo siembran, habiendo tenido como ya se sabe una cosecha extraordinaria con precios altos, al igual que otros cultivos.

En ese sentido, es claro que en la década de los 90' los campos en la zona centro norte de la provincia de Santa Fe costaban unos u$s 1.500 la hectárea, mientras que en la actualidad cuestan u$s 10.000 promedio la hectárea, lo que ilustra sin dudas el extraordinario aumento de la renta agropecuaria: es sabido que el valor de la tierra como factor de capital está directamente relacionado con la rentabilidad de los campos.

En cuanto al trigo, razón le asiste a Zaiat al recordar que los integrantes de la Mesa de Enlace sostenían que por la política oficial no habría trigo para las mesas argentinas, lo que ha quedado claramente demostrado que no fue así: la cosecha actual se calcula en por lo menos el doble del consumo nacional, lo que permite la exportación de millones de toneladas del cereal.

En nuestra zona, y desde el centro de la Provincia de Buenos Aires hacia el norte del país, sembrando trigo y soja se consiguen dos cosechas por año porque son cultivos complementarios; lo que hace que la rentabilidad agraria aumente en forma significativa, porque no existen aquí productores trigueros exclusivos, sino que ambos sembrados están -desde el punto de vista económico- apalancados y duplican las ganancias.

Del "tema de la lechería" mejor ni hablemos, porque allí los propios productores desmienten las agorerías de Biolcatti y sus amigos. 

Pero como el  actual conflicto del trigo está planteado en torno a la comercialización, y  los dirigentes agropecuarios señalan que la oferta está dispersa (lo cual no es del todo cierto), frente a una demanda cartelizada (la industria molinera), es oportuno hacer algunas consideraciones, en especial relativas a la venta de los productos de exportación, como es el caso del trigo.

Una de las cuatro entidades nucleadas en la Mesa de Enlace es CONINAGRO, que agrupa a las cooperativas agrícolas del país, y antes de 1976 tenía entre sus integrantes a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), que era por  entonces la principal exportadora de granos y oleaginosas.

35 años después ha desaparecido en ese rol, sin que la Mesa de Enlace pretenda incursionar en tal actividad, lo que ilustra la estrechez de la mirada de sus dirigentes que ni siquiera pretenden defender su producción mediante su intervención directa en la comercialización, teniendo medios financieros seguramente disponibles para hacerlo.

Por el contrario, el conflicto por las retenciones móviles demostró que se sienten cómodos jugando en el mismo equipo que los principales grupos económicos exportadores, a los que el voto de Cobos les permitió ganar miles de millones de pesos, en una sóla noche.

Y es que en el caso de la política agropecuaria -como en todo-, lo que en el fondo se juegan son dos proyectos o ideas de país.

Por un lado, el modelo actual que desarrolla el Estado Nacional, incentivando al máximo la producción con intervención estatal, garantizando un dólar alto -y competitivo en términos reales- para el productor, altas ganancias en pesos y que a los chacareros les ha permitido una capitalización, comprando maquinarias, introduciendo mejoras en los campos y canalizando sus ganancias excedentes, por ejemplo hacia la compra masiva de departamentos en las diferentes ciudades del país.

Este proyecto ha permitido que lleguemos a máximos de producción, superando los 100 millones de toneladas de granos, el avance de frontera agropecuaria e incluso que las explotaciones no tradicionales también puedan desarrollarse. Por supuesto que esta enunciación es simplista y debería ser motivo de otro análisis.

El otro proyecto ya lo vivimos y es el de la Sociedad Rural Argentina, que agrupa a los sectores propietarios de campos mas extensos y con poder económico, social , mediático -y por ende político- de la Argentina; aunque algunos vendedores de baratijas nos quieran hacer creer que ya no existe más la oligarquía terrateniente.

Es el proyecto del liberalismo sin intervención estatal alguna que imperó desde 1976 en adelante, con su apogeo en los 90', cuando Menem era aclamado en el predio de Palermo al anunciar las medidas que pedía el sector (como la eliminación de las retenciones); proyecto que se aplicó hasta la llegada de Néstor Kirchner  a la presidencia.

Proyecto que, propugnando por ejemplo la eliminación de las retenciones (que operan además como un tipo de cambio diferencial, favoreciendo a la exportación pero también a la producción con mayor valor agregado), y a través de lo que se da en llamar "la enfermedad holandesa", volvería en no mucho tiempo a un dólar barato, lo que hace que la producción agropecuaria que se exporta valga menos en pesos. 

En la situación económica actual, sin retenciones y sin la intervención del Estado en el mercado cambiario, el valor del dólar caería a menos de dos pesos -muy cercano seguramente al 1,70 como en Brasil,- lo que colocaría a los chacareros en una situación parecida a la que vivieron en los años 90'; y a la industria nacional al borde del quebranto ante la avalancha de productos importados, con su secuela de despidos y desocupación. 

Cualquier parecido con los tiempos de Martínez de Hoz o el menemismo, no es pura casualidad.

Pero sin dudas en ese contexto algunos pocos se verían beneficiados: los argentinos que tienen su dinero fondeado en el mundo globalizado y que solo les preocupan las ganancias en dólares o euros  para llevar el dinero fuera del país; o los que seguirían obteniendo ganancias por la renta agraria diferencial -dadas las excepcionales condiciones de suelo y clima del país-, por tener mayores espaldas financieras.

Estos últimos son quienes marcan la línea de la Mesa de Enlace y sus planteos, mientras esgrimen el discurso de defensa de los pequeños y medianos productores a los que el Estado deja sin sus ganancias; sin explicar que todo el pueblo argentino es el que contribuye -mediante la intervención estatal - para permitir un conjunto de medidas que llevan a los actuales niveles de producción y rentabilidad, por lo que es falso que todo es obra de mágicas "leyes naturales de los mercados" que benefician exclusivamente a los poderosos.

Por otra parte desde el 2008 para acá, pareciera que el vidrio dejó de ser un plato predilecto en la mesa de los argentinos y muchos (entre ellos, no pocos caceroleros de entonces) intuyen todas estas cuestiones, pero nunca está de más recordarlas; sobre todo cuando algunas medidas de protesta (como el cese de comercialización dispuesto por la Mesa de Enlace para los próximos días), además de lucir descabelladas en este contexto, huelen a maniobra para -de paso- juntarse con algunos pesitos más que nunca vienen mal.

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