Hace poco en éste blog comentábamos a Carlos Pagni en La Nación, auspiciando a Ernesto Sanz como la nueva "esperanza blanca de la oposición" para intentar vencer a Cristina en las elecciones presidenciales de octubre.
Evidentemente los meses pasan y no se puede tapar el sol con la mano: hasta las encuestas que manejan en el diario de los Mitre (las que son de uso interno, no las que les venden a los lectores para tranquilizarlos) muestran que, si las elecciones fueran hoy, Cristina gana cómodamente en primera vuelta; y obviamente eso los preocupa.
Por eso ayer el mismo Pagni se saca los guantes -y en parte pierde los estribos- , abriendo el paraguas para que después no lo acusen de ser a la política, lo que Cachanosky a la economía: el tipo que nunca pega una.
Y al abrir el paraguas ante un probable triunfo de Cristina, de paso les marca la cancha a todos los candidatos opositores (empezando por su fugaz pollo Sanz, cada vez menos duran las esperanzas blancas, se ve que ésta perdió en el pesaje directamente), y les estampa en la cara el manual de las recetas que hay que seguir -"los tres o cuatro temas en los que tenemos que estar todos de acuerdo"- para ser, de una vez por todas, un país en serio.
Y la verdad es que esta gente es cualquier cosa, menos original: aumento de las tarifas de los servicios públicos (mientras al mismo tiempo se combate la inflación, un oxímoron como decía Zaiat) volver a privatizar lo estatizado como Aerolíneas, limitar la emisión monetaria para no generar inflación -si casi nos parece estar escuchando al ingeniero Alsogaray-, lograr el equilibrio fiscal (o sea disminuir el gasto público, porque este gobierno y el anterior tienen superávit desde el 2003), liberar las exportaciones de productos agropecuarios sin ninguna intervención del Estado (un guiño -ya que de Alsogaray hablamos- a la Mesa de Enlace), un Banco Central "autónomo" (o sea manejado por los bancos privados y los economistas de la City porteña), y ya con eso se dan por hechos.
En la nota de Pagni queda expuesto en toda su desnudez el pensamiento de los sectores dominantes de la Argentina: si se cumplen esas premisas, las elecciones son secundarias -un simple entretenimiento para la clase política- y poco importará quien las gane, y es irrelevante quien asuma en consecuencia la responsabilidad de gobernar.
Justamente todo lo contrario de lo que representó la irrupción de Néstor Kirchner en la escena política nacional a partir del 2003, es decir la primacía de la política por sobre las lógicas corporativas, definiendo el rumbo y los destinos de la Argentina.
Y ya que de Kirchner hablamos, en la nota no se hace mención a los puntos del famoso pliego de Escribano a Néstor; no se sabe si porque el amigo Pagni lo considera sobreentendido, o porque tema que, si lo recuerda, sus reclamos de ahora tengan el mismo destino que los de aquél brulote; que como todos sabemos, no fue muy tenido en cuenta que digamos.
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