miércoles, 12 de enero de 2011

LINAJE DE GARCAS


Si a uno le dicen "Biolcatti" -y si no conociera al actual presidente de la Sociedad Rural - piensa en un tano choricero, un  ferretero o un miembro de Unione é Benevolenza; no necesariamente en alguien ligado a lo más rancio de la oligarquía agropecuaria (fundamentalmente ganadera y terrateniente) de la Argentina.

Pero claro, Biolcatti es el que es, y está donde está (o está donde está porque es el que es), por decir  cosas como las que desliza en ésta nota de Página 12, tratando de explicar lo inexplicable, y de defender lo indefendible. Leyéndola, uno podría preguntarse como es que no hay cientos de miles de camioneros que se desafilian de su sindicato, para pasar a engrosar las huestes del "Momo" Venegas, que tan bien defiende a sus representados.

El presidente de la SRA -además de ensayar una defensa de situaciones linderas con la esclavitud como la detectada en los campos de la multinacional Nidera- se está curando en salud, porque el debate sobre las condiciones del trabajo humano en la actividad agropecuaria no es algo que él o sus congéneres primates de la Mesa de Enlace quieran ciertamente abordar.

Muy por el contrario, cuando Cristina les enseña claramente cuantos pares son tres botines, el amigazo (de Buzzi) Biolcatti dice que eso es "embarrar la cancha".

Aquí podemos leer una interesante reseña histórica de la evolución del tema, que demuestra que la cosa viene de lejos: cuando se sancionó en octubre de 1994 el Estatuto del Peón de Campo (por inspiración de la Secretaría de Trabajo y Previsión a cargo del entonces coronel Perón) la Sociedad Rural Argentina decía: Éste Estatuto no hará más que sembrar el germen del desorden social, al inculcar en la gente de limitada cultura aspiraciones irrealizables, y las que en muchos casos pretenden colocar al jornalero sobre el mismo patrón, en comodidades y remuneraciones….. La vida rural ha sido y debe ser como la de un manantial tranquilo y sereno, equilibrado y de prosperidad inagotable.

La Sociedad Rural no puede silenciar su protesta ante las expresiones publicadas en que se ha comentado y en la que aparecen los estancieros como seres egoístas y brutales que satisfacen su inhumano sensualismo a costa de la miseria y del abandono en que tienen a quienes colaboran con su trabajo. El trabajo del campo por su propia índole, fue y es acción personal del patrón. Este actúa con frecuencia con los peones en la labor común, lo que acerca a las personas y establece una camaradería de trato, que algunos pueden confundir con el que da el amo al esclavo, cuando en realidad se parece más bien al de un padre con sus hijos….. En la fijación de los salarios es primordial determinar el estándar de vida del peón común. Son a veces tan limitadas sus necesidades materiales que un remanente trae destinos sociales poco interesantes. Últimamente se ha visto en la zona maicera entorpecerse la recolección debido a que con la abundancia del cereal y el buen jornal por bolsa, resulta que con pocos días de trabajo se consideran satisfechos”
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La patente semejanza de esas palabras de hace más de 60 años con las actuales de Biolcatti, marca a las claras que ser garca es un linaje, que no pasa necesariamente por la sangre, la prosapia o los blasones hereditarios: es una forma de vida.

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