viernes, 14 de septiembre de 2012

"DEVUELVAN EL PAÍS"

Gerardo Fernández // Viernes 14 de septiembre de 2012 | 18:36


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Cristina no llegó hasta acá para "hacer la plancha". Sabe mejor que todos nosotros dónde están los puntos sobre los que hay que trabajar para empezar a torcer estructuralmente los destinos del país. Por esa razón puso su amplísimo capital político en juego, dispuesta a gastarlo en lo que verdaderamente importa. La pelea por el dólar y el plan de administración de comercio que puso en marcha con la idea fija de rescatar un piso de 10 mil millones de dólares para que sigan cerrando las cuentas es una demostración cabal de cuál es su juego.

Lo de Cristina va en serio, no es cosmética, no es broma.

Por eso uno de los ejes de la manifestación de anoche fue "Devuelvan el país". Hay un clamor por volver a tiempos pre kirchneristas, donde había un montón de cosas que no estaban en discusión: los presidentes iban los 25 de mayo a recibir recomendaciones a la Catedral y acataban los lineamientos que bajaban los grandes medios y grandes empresarios, las cadenas nacionales eran esporádicas, sólo para comunicar porqué ante las recurrentes crisis (eufemismo que suplía los emplazamientos de los grupos económicos y la usura internacional) se tomaban determinadas medidas que invariablemente terminaban impactando sobre las espaldas de los sectores más desprotegidos del pueblo.

Cristina va a fondo y en serio, por eso el griterío histérico encabezado por sectores sociales que desde los tiempos del primer peronismo no tenían ante sí un gobierno tan dispuesto a trastocarles su modo de vida aunque esto no se traduzca, de momento, en mucho más que la imposibilidad de atesorar dólares porque, bueno es reconocerlo, pocas veces les ha ido mejor que ahora. Cristina no va por el socialismo, simplemente está poniendo su volumen político en el desafío de edificar un capitalismo distinto, menos prebendario, algo nada grato para quienes elogian a los países “serios” pero se brotan cuando fronteras adentro les amagan con disposiciones propias de esos modelos. Por eso piden que les devuelvan ese tiempo donde la Iglesia manejaba el Ministerio de Educación, la Sociedad Rural el de Economía y un puñado de empresas periodísticas la agenda cotidiana y el relato.

Lo que pone en evidencia la desesperación de anoche es la percepción de un sector nada despreciable de la sociedad de que tienen que hacer algo y ya para detener el huracán de medidas que se vienen desplegando. La desaparición del factor militar les complica y mucho los planes. Están atravesando una experiencia nueva y, por ende, están medio a la deriva, pero están. Y como en cualquier compulsa lo peor que se puede hacer es especular con que no encuentren un cauce político a sus demandas. De ahí que lo inteligente sería obligarlos a blanquear sus propuestas para que se explicite que en verdad anhelan un programa de derecha, un retorno al dólar libre y a un estado que no se meta en los sectores estratégicos de la vida nacional.

Hay que obligarlos a mostrar todas las cartas, para que luego nadie se llame a confusiones y para que el pueblo pueda manifestar electoralmente si de verdad está dispuesto a apoyar el regreso a ese país por el que se clamó anoche .

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