jueves, 13 de septiembre de 2012

 

 
Los ex socios de Clarin
Entre 2007 y 2008, los precios mundiales de los alimentos se dispararon. El número de personas viviendo en la extrema pobreza alcanzó los 150 millones. La ONU encargó a Oliver De Schutter una investigación sobre las causas de esta crisis alimentaria. La conclusión de su informe es estremecedora: potentes especuladores internacionales provocaron una enorme burbuja en el mercado mundial de alimentos.

En este post vamos a explorar la responsabilidad de algunas instituciones financieras en semejante catástrofe humanitaria. Veremos cómo Goldman Sachs jugó un papel central. Pero, antes de nada, necesito introducir un concepto importante: “los derivados financieros”. 

¿Qué son los “derivados financieros”?

 En las noticias sobre la crisis bancaria seguro que habéis escuchado el término “derivados financieros”. Pero, ¿qué es un “derivado financiero”? Vamos a verlo con un sencillo ejemplo.

Un ejemplo de “derivado financiero”

Imaginemos a un agricultor que produce trigo y a un panadero que necesita el trigo para hacer pan.

El precio del trigo fluctúa con el tiempo. Ni el agricultor sabe por cuánto podrá vender el trigo en el futuro, ni el panadero sabe cuánto le costará comprarlo. Por ejemplo, si dentro de una año hay una gran sequía, la cosecha será escasa y el precio del trigo aumentará.

La mayor preocupación del agricultor es que el precio del trigo baje. Imaginad que compra semillas y tractores calculando que podrá vender cada tonelada de trigo por 100 euros y unos meses después, cuando termina la cosecha, en el mercado sólo le pagan 5 euros.  ¡Desastre!

Al contrario, lo que más preocupa al panadero es que el precio del trigo suba. Imaginad que invierte dinero en su panadería calculando que podrá comprar el trigo a 100 euros y unos meses después resulta que vale 200. ¡Desastre!

Como los riesgos del agricultor y del panadero son complementarios (el agricultor teme que baje el precio del trigo y el panadero teme que suba), ambos pueden protegerse firmando un contrato que diga:

“Yo (agricultor) me comprometo a venderte una tonelada de trigo por 100 euros dentro de 9 meses. Y tú (panadero) te comprometes a comprármelo.”

Este contrato es un ejemplo de derivado financiero. Un derivado es un instrumento cuyo valor depende del precio de un bien subyacente. En nuestro ejemplo, “el instrumento” es el contrato de compra-venta y el “bien subyacente” es el trigo.

Hasta aquí, los derivados financieros pueden ser muy beneficiosos para la economía: al disminuir los riesgos, panaderos y agricultores pueden invertir en sus negocios sin temer la bancarrota si un año llueve un poco más o menos de lo habitual.

Goldman Sachs y los grandes especuladores entran en escena

Sigamos con nuestro ejemplo donde teníamos panaderos y agricultores. Ahora introducimos unos participantes nuevos: los especuladores.

Al contrario que panaderos y agricultores, los especuladores ni producen trigo ni necesitan trigo. Sin embargo, en su justa medida, los especuladores benefician tanto a los panaderos como a los agricultores. Por ejemplo, imaginad que un agricultor produce 100 toneladas de trigo al año. Tendría que encontrar a muchos panaderos para vender la totalidad de su cosecha y firmar un contrato diferente con cada uno de ellos. Para el agricultor es más sencillo vender su trigo a un especulador, quién, a su vez, asume el riesgo de encontrar a los panaderos. Dicho en la jerga económica: “los especuladores proporcionan liquidez al mercado”.

La crisis alimentaria estalló cuando un “invento” de Goldman Sachs junto a un cambio legal en EEUU provocó que los grandes especuladores se convirtieran en los únicos jugadores relevantes en el mercado de alimentos.

Allá por los 90, los banqueros de Goldman Sachs se inventaron un derivado financiero sobre un índice que mezcla los precios de 24 materias primas, entre ellas, el café, el trigo, el maíz y la soja (“Goldman Sachs Commodity Index”). En 1999, la agencia norteamericana encargada de vigilar este tipo de productos financieros decidió desregularlos, permitiendo a los especuladores ciertas operaciones antes prohibidas (en particular, las llamadas “posiciones a largo”).

Goldman Sachs diseñó su derivado financiero para los inversores que buscaban “aparcar” su dinero. Los alimentos parecen la apuesta perfecta: las empresas tecnológicas pueden quebrar si la competencia inventa un producto mejor, pero la humanidad siempre necesitará comida. ¿Qué mejor lugar para invertir?

La desregulación provocó un enorme flujo de capital hacia los derivados sobre alimentos. Se calcula que entre 2000 y 2008, la inversión en estos productos financieros se multiplicó por 50. La consecuencia fue una tremenda burbuja: cuanta más demanda para derivados financieros sobre alimentos, más sube el precio futuro de los alimentos y cuanto más sube el precio futuro de los alimentos, más demanda para los derivados. La crisis financiera no ha frenado esta tendencia: los alimentos siguen siendo un “valor seguro” para los especuladores (ver esta gráfica).

Permitidme terminar con el esclarecedor testimonio ante el Senado estadounidense de Michael W. Masters, ex-manager de un hedge fund que especula en el mercado de los alimentos:

“En este mismo momento, hay cientos de miles de millones de dólares preparados para entrar en los mercados de las materias primas. Si no se toma una acción inmediata, los precios de la energía y los alimentos seguirán subiendo. Esto podría tener consecuencias catastróficas para millones de consumidores estadounidenses. Y podría significar, literalmente, la muerte por inanición de millones de personas en los países más pobres”. 
Fuente: Diario Público
Volver

No hay comentarios: