Mariana Filgueira Risso es Médica siquiatra y además es la
estudiante de Harvard que le preguntó en primer lugar a la Presidenta CFK. Para
que sepan de quien hablo, es quien conversó con la presi sobre las elecciones
en el centro de Estudiantes. Conversé con ella por mail y me mandó un documento
con sus impresiones que les transcribo tal cual me lo envió:
Reflexión sobre la visita de la Presidenta de Argentina a Harvard
La conferencia de la Presidenta Cristina Fernández el jueves pasado en la Escuela de Gobierno de Harvard me dejó un sabor amargo. En mi rol de estudiante en la Escuela de Gobierno de Harvard quiero compartir algunas reflexiones; por un lado, sobre cómo lo que pasó en el Foro de Harvard refleja mucho de la sociedad argentina de hoy, y por el otro, comentar sobre nuestra responsabilidad como estudiantes a la hora de hacer preguntas.
El espíritu del Foro de la Escuela de Gobierno de Harvard, en el que la Presidenta dio su conferencia, se basa en la idea de un diálogo franco, de estudiantes con inquietudes, con hambre de conocimiento y capacidad crítica y analítica, que quieren aprender de un líder mundial.
Con ese espíritu promoví y contribuí a que se realizara la visita de la Presidenta Cristina Fernández a Harvard. Pero en un contexto de alto antagonismo, dominó un espíritu de confrontación y provocación , en el que se vio reflejado lo que está pasando en la Argentina: la imposibilidad de un diálogo constructivo entre personas que piensan diferente, y una escalada de violencia en la que todos perdemos, nadie gana.
Esto no ocurrió en la conferencia de otros Presidentes latinos como Piñera o Rousseff, ni en ninguna otra a la que yo haya ido, aun realizándose preguntas muy críticas. Porque en aquellas charlas, la mayoría de los estudiantes respetaron las reglas básicas para preguntar en el Foro de la Escuela de Gobierno de Harvard: primero, que cada persona es libre para preguntar lo que quiere. Segundo, el respeto como norma básica. No importa quién esté en frente, si un Jefe de Estado, un Premio Nobel, o la persona más insignificante con quien no comparto en absoluto sus ideas, el respecto es igual de importante que la libertad. Y tercero, el hecho de ser estudiantes en Harvard, según la mayoría de los rankings la Universidad más prestigiosa del mundo, implica una responsabilidad. Cuando preguntamos, escribimos, o actuamos en nombre de la Universidad “aspiramos a la excelencia porque creemos que el servicio y liderazgo público y los desafíos que enfrentamos son tan importantes que debemos insistir en los más altos estándares de análisis e integridad ”.
Lamentablemente, no es el ánimo que se vio reflejado en algunas de las preguntas a la Presidenta de Argentina. Las silbatinas, el sarcasmo, la obviedad de las preguntas y el clima de gran hostilidad que se generó a través de redes sociales, mails y algunos medios, impidieron que se pudieran trascender las diferencias políticas e ideológicas para preguntar, y aún criticar, con respeto. Como estudiante argentina en Harvard, fue triste ser testigo de esto. Nadie parece estar dispuesto a dar un primer paso para construir en vez de destruir, para generar un diálogo constructivo en el que puede –y debe- haber diferencias, pero ante todo respeto y tolerancia.
Si, la Presidenta respondió con fuertes ironías, que muchos sintieron como falta de respeto. Pero siendo que representa uno de los liderazgos femeninos más importantes del mundo, y que ha implementado políticas que son modelo en el ámbito internacional, nos guste o no, seguro tenía algo para decirnos. Sobre todo si tenemos presente el ámbito en que nos encontrábamos: un ámbito académico e internacional, en el que más del 80% del auditorio eran estudiantes de todo el mundo, no argentinos, interesados en saber sobre políticas implementadas por el gobierno argentino, como la Asignación Universal por Hijo, políticas de Derechos Humanos, el rol de Argentina en Latinoamérica, el nuevo orden internacional, la crisis económica global en países emergentes, equidad de género y liderazgo femenino, por mencionar sólo algunos temas que compañeros míos me preguntan ahora a mí, porque no tuvieron la oportunidad.
Entonces, ¿no podríamos haber tenido un diálogo, crítico pero sincero, en los más altos estándares de análisis e integridad, según los valores de Harvard, en vez de la chicana política de todos los días en la Argentina?
Seamos honestos, desperdiciamos una oportunidad única. La arrogancia y la soberbia dominaron sobre la inquietud de saber, la violencia impidió el diálogo y al final, perdimos todos: los estudiantes internacionales de Harvard, los estudiantes argentinos, y nuestro país. No nos damos cuenta, que clamamos contra la soberbia, la intolerancia y el autoritarismo, y somos cada una de esas cosas. Miremos sino los comentarios en las redes sociales de internet, mails, y la hostilidad nunca vista que predominó en el Foro de Harvard.
Una aclaración sobre la Universidad de Harvard
Al contrario de lo que piensan muchos, Harvard es una universidad que promueve la pluralidad de ideas, la diversidad y el diálogo. Conviven allí profesores y estudiantes que representan todo tipo de pensamientos e ideologías, creencias e historias, de todo el mundo. Eso es lo que hace de Harvard una experiencia tan rica y única, y la universidad más prestigiosa del mundo.
Incluso entre los argentinos, somos estudiantes con una gran diversidad de opiniones e historias, y aunque a veces es difícil, eso no ha imposibilitado que dialoguemos y discutamos constructivamente.
Pero ante todo, el esfuerzo que hacemos por estar acá ha sido y es inmenso. Sí, somos privilegiados porque tenemos una oportunidad única. Pero es una oportunidad que se gana a costa de trabajo y esfuerzo. Cuando uno es admitido a Harvard, no importa cuánta plata tiene, de qué barrio es o a qué familia pertenece. (De hecho, casi ninguno de los que estamos estudiando acá podría hacerlo si no fuera con la ayuda de becas, o a costa de endeudarnos porque apostamos a esta experiencia). Cualquier persona puede estudiar acá. Sólo se necesita una gran determinación, compromiso, la aspiración de dejar una marca positiva en el mundo, y el sacrificio de dejar por un tiempo nuestro país, nuestras familias y amigos.
Mariana Filgueira Risso, MD, MPH
Maestría en Administración Pública
Harvard Kennedy School of Governmen
Reflexión sobre la visita de la Presidenta de Argentina a Harvard
La conferencia de la Presidenta Cristina Fernández el jueves pasado en la Escuela de Gobierno de Harvard me dejó un sabor amargo. En mi rol de estudiante en la Escuela de Gobierno de Harvard quiero compartir algunas reflexiones; por un lado, sobre cómo lo que pasó en el Foro de Harvard refleja mucho de la sociedad argentina de hoy, y por el otro, comentar sobre nuestra responsabilidad como estudiantes a la hora de hacer preguntas.
El espíritu del Foro de la Escuela de Gobierno de Harvard, en el que la Presidenta dio su conferencia, se basa en la idea de un diálogo franco, de estudiantes con inquietudes, con hambre de conocimiento y capacidad crítica y analítica, que quieren aprender de un líder mundial.
Con ese espíritu promoví y contribuí a que se realizara la visita de la Presidenta Cristina Fernández a Harvard. Pero en un contexto de alto antagonismo, dominó un espíritu de confrontación y provocación , en el que se vio reflejado lo que está pasando en la Argentina: la imposibilidad de un diálogo constructivo entre personas que piensan diferente, y una escalada de violencia en la que todos perdemos, nadie gana.
Esto no ocurrió en la conferencia de otros Presidentes latinos como Piñera o Rousseff, ni en ninguna otra a la que yo haya ido, aun realizándose preguntas muy críticas. Porque en aquellas charlas, la mayoría de los estudiantes respetaron las reglas básicas para preguntar en el Foro de la Escuela de Gobierno de Harvard: primero, que cada persona es libre para preguntar lo que quiere. Segundo, el respeto como norma básica. No importa quién esté en frente, si un Jefe de Estado, un Premio Nobel, o la persona más insignificante con quien no comparto en absoluto sus ideas, el respecto es igual de importante que la libertad. Y tercero, el hecho de ser estudiantes en Harvard, según la mayoría de los rankings la Universidad más prestigiosa del mundo, implica una responsabilidad. Cuando preguntamos, escribimos, o actuamos en nombre de la Universidad “aspiramos a la excelencia porque creemos que el servicio y liderazgo público y los desafíos que enfrentamos son tan importantes que debemos insistir en los más altos estándares de análisis e integridad ”.
Lamentablemente, no es el ánimo que se vio reflejado en algunas de las preguntas a la Presidenta de Argentina. Las silbatinas, el sarcasmo, la obviedad de las preguntas y el clima de gran hostilidad que se generó a través de redes sociales, mails y algunos medios, impidieron que se pudieran trascender las diferencias políticas e ideológicas para preguntar, y aún criticar, con respeto. Como estudiante argentina en Harvard, fue triste ser testigo de esto. Nadie parece estar dispuesto a dar un primer paso para construir en vez de destruir, para generar un diálogo constructivo en el que puede –y debe- haber diferencias, pero ante todo respeto y tolerancia.
Si, la Presidenta respondió con fuertes ironías, que muchos sintieron como falta de respeto. Pero siendo que representa uno de los liderazgos femeninos más importantes del mundo, y que ha implementado políticas que son modelo en el ámbito internacional, nos guste o no, seguro tenía algo para decirnos. Sobre todo si tenemos presente el ámbito en que nos encontrábamos: un ámbito académico e internacional, en el que más del 80% del auditorio eran estudiantes de todo el mundo, no argentinos, interesados en saber sobre políticas implementadas por el gobierno argentino, como la Asignación Universal por Hijo, políticas de Derechos Humanos, el rol de Argentina en Latinoamérica, el nuevo orden internacional, la crisis económica global en países emergentes, equidad de género y liderazgo femenino, por mencionar sólo algunos temas que compañeros míos me preguntan ahora a mí, porque no tuvieron la oportunidad.
Entonces, ¿no podríamos haber tenido un diálogo, crítico pero sincero, en los más altos estándares de análisis e integridad, según los valores de Harvard, en vez de la chicana política de todos los días en la Argentina?
Seamos honestos, desperdiciamos una oportunidad única. La arrogancia y la soberbia dominaron sobre la inquietud de saber, la violencia impidió el diálogo y al final, perdimos todos: los estudiantes internacionales de Harvard, los estudiantes argentinos, y nuestro país. No nos damos cuenta, que clamamos contra la soberbia, la intolerancia y el autoritarismo, y somos cada una de esas cosas. Miremos sino los comentarios en las redes sociales de internet, mails, y la hostilidad nunca vista que predominó en el Foro de Harvard.
Una aclaración sobre la Universidad de Harvard
Al contrario de lo que piensan muchos, Harvard es una universidad que promueve la pluralidad de ideas, la diversidad y el diálogo. Conviven allí profesores y estudiantes que representan todo tipo de pensamientos e ideologías, creencias e historias, de todo el mundo. Eso es lo que hace de Harvard una experiencia tan rica y única, y la universidad más prestigiosa del mundo.
Incluso entre los argentinos, somos estudiantes con una gran diversidad de opiniones e historias, y aunque a veces es difícil, eso no ha imposibilitado que dialoguemos y discutamos constructivamente.
Pero ante todo, el esfuerzo que hacemos por estar acá ha sido y es inmenso. Sí, somos privilegiados porque tenemos una oportunidad única. Pero es una oportunidad que se gana a costa de trabajo y esfuerzo. Cuando uno es admitido a Harvard, no importa cuánta plata tiene, de qué barrio es o a qué familia pertenece. (De hecho, casi ninguno de los que estamos estudiando acá podría hacerlo si no fuera con la ayuda de becas, o a costa de endeudarnos porque apostamos a esta experiencia). Cualquier persona puede estudiar acá. Sólo se necesita una gran determinación, compromiso, la aspiración de dejar una marca positiva en el mundo, y el sacrificio de dejar por un tiempo nuestro país, nuestras familias y amigos.
Mariana Filgueira Risso, MD, MPH
Maestría en Administración Pública
Harvard Kennedy School of Governmen
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