Un testimonio trucho con dudas políticas
La testigo admitió que se comunicó con la oficina
del diputado Eduardo Costa (UCR-Santa Cruz) antes de dar a conocer su
descabellada versión a un periodista de Canal 13 y TN, que la llevó a la
Justicia. Los investigan por falso testimonio.
Por Raúl Kollmann
El juez que investiga a la
testigo falsa que fue plantada en el caso Angeles está poniendo la
mirada sobre el diputado opositor de Santa Cruz Eduardo Costa, a cuya
oficina la mujer admite haber hablado antes de su intento de intoxicar
el expediente. Beatriz Nicolaza Fuentes –la testigo falsa– vive en
Caleta Olivia, Santa Cruz, y tiene seis causas por estafas y
defraudaciones. En su declaración ante el magistrado reconoció que habló
con la oficina de Costa –ex candidato a gobernador por el radicalismo y
principal referente de la oposición santacruceña– y que la secretaria
del legislador le dio el teléfono de Canal 13, donde habló con el
periodista Ricardo Canale-tti. Por esa vía, la descabellada versión de
Fuentes, que se advertía falsa a primera vista, llegó a la causa
judicial. El juez Ríos cortó la maniobra, imputó a Fuentes por falso
testimonio y ahora todo el artilugio es investigado por un nuevo
magistrado. Al final de su declaración testimonial, cuando ya había
quedado desnudada la falsedad, Fuentes deslizó una frase llamativa:
“Hagan de cuenta que esta mentira la dije yo”, sostuvo ante el juez
Ríos, la fiscal Paula Asaro y el abogado querellante Pablo Lanusse. O
sea, dejó entrever que le pagaron para mentir.
Beatriz Fuentes grabó con Canaletti una declaración en la que dijo
llamarse Andrea y que su hermana Beatriz vivía en Ravignani 2360, el
edificio en el que asesinaron a Angeles, en el segundo piso,
departamento A. Que las hermanas escucharon una discusión entre la joven
víctima y su padrastro en la que Angeles le recriminaba porque él la
abusaba sexualmente. La discusión habría tenido lugar en el pasillo y
–según Fuentes– no sólo la escucharon las hermanas, sino también el
encargado del edificio, Jorge Mangeri, que venía bajando las escaleras.
Que ese mismo día del asesinato de Angeles –o sea el lunes 10 de junio–
apareció en el edificio el secretario de Seguridad, Sergio Berni, que le
ofreció a ella 25.000 pesos para que no contara nada de lo que había
escuchado y que el ofrecimiento también fue para otros vecinos que
oyeron lo que pasaba.La versión chorreaba falsedad por todos lados y, de entrada nomás, parecía tener una clara intencionalidad política: involucrar a Berni y, por esa vía, al gobierno nacional. También sabotear la investigación, el trabajo de la fiscal y el juez y, sobre todo, enlodar al padrastro. Canaletti introdujo la grabación en la causa a través de Lanusse, aunque éste fue muy cuidadoso y manifestó sus dudas.
Para el juez, la cuestión fue de máxima importancia. La declaración de Fuentes lo llevó a ordenar la declaración inmediata de todos los vecinos del edificio de Ravignani, quienes fueron llevados al juzgado a la noche en camionetas de la Policía Metropolitana. Se usó esa fuerza justamente porque se investigaba –por la testigo falsa– a Berni, quien tiene a su cargo a la Policía Federal. Cuando el tercer vecino contó que en el segundo piso, departamento A, no vive nadie desde hace cinco años, todos los presentes –el juez, la fiscal y Lanusse– confirmaron que Fuentes era parte de una maniobra grotesca. Por supuesto que ningún otro vecino había escuchado ninguna discusión. Hoy se sabe que la madre de Angeles no estaba en el edificio, ningún vecino conocía ni a la tal Beatriz ni a una Andrea y, como era obvio, tampoco ningún vecino recibió una oferta de Berni ni lo vieron aquel día del asesinato de Angeles.
El juez ordenó la convocatoria inmediata de Fuentes y la testigo terminó imputada por falso testimonio. En su declaración la mujer empezó admitiendo que ella nunca estuvo en el edificio de Ravignani, que su hermana no es Andrea, sino María, que tampoco vive allí y que la historia tuvo que ver con una persona de edad a la que supuestamente encontró en la terminal de micros de Comodoro Rivadavia y que le contó lo de la discusión y lo de Berni. Pero lo llamativo es que Fuentes reveló cómo fue el camino para introducir sus mentiras en el expediente. Dijo, textualmente, que “llamó al diputado de su provincia, Eduardo Costa y le dieron para llamar a Canal 13. Que a Costa lo conoce de su provincia, lo ha visto y él la conoce. Que la secretaria le dio el teléfono de Canal 13. “No fue el diputado el que me dio el teléfono, fue la secretaria privada. El no atiende nunca”, precisó.
El relato es llamativo, parece improbable que una secretaria no haya, como mínimo, consultado con su jefe, en especial tratándose de un caso de máxima repercusión en el país. Además, estaba involucrando en una maniobra grave a un funcionario nacional.
Ante el juez Ríos, el relato de Fuentes estalló en pedazos. Dijo que aquel llamado con Canaletti fue el único que hizo, pero quedó probado que antes de la grabación ya habían hablado. En la cinta hablaba en plural, en nombre de ella y su supuesta hermana, ante el juez todo eso se cayó: la mujer admitió que ni ella ni su hermana tienen nada que ver con el edificio de Ravignani, que nunca estuvieron allí y que no tiene la identidad ni sabe nada de la anciana que le contó lo que ella dice que le contaron.
La grabación fue entregada por Canaletti a Pablo Lanusse quien la incorporó a la causa, con muchas dudas. Varias veces, durante la declaración de Fuentes, Lanusse dejó constancia de que la mujer faltaba a la verdad.
Acorralada por todos los presentes, la testigo falsa se despachó con la frase que dejó a los que estaban allí con la boca abierta: “Hagan de cuenta que esta mentira la dije yo, si no queda otra”. La impresión que quedó es que la testigo había sido colocada y que hubo dinero de por medio.
El juez Ríos vio la gravedad de la maniobra y lo que había implicado: entre otras cosas, la convocatoria de noche a todos los vecinos. Remitió una copia de la declaración de Fuentes a la oficina de sorteos de la Cámara del Crimen para que otro juez intervenga ante “la eventual comisión del delito de falso testimonio”.
raulkollmann@hotmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-224832-2013-07-19.html
Un empresario con fortuna
Eduardo Costa es el poderoso
empresario, diputado nacional por la UCR, referente de la oposición en
Santa Cruz. Su esposa es la famosa denunciante de la Coalición
Cívica-ARI, Mariana Zuvic. La familia de Costa es la propietaria del
Híper-Tehuelche, una cadena de supermercados de gran envergadura.
Curiosamente, ha tenido poca repercusión que Costa compró en 2004 un
terreno inmenso, de 29.900 metros cuadrados, en El Calafate, a 7,50
pesos el metro, en el marco del decreto y la promoción que entonces puso
en marcha el intendente Néstor Méndez. Fue el mayor de los terrenos
vendidos. Allí se instaló un Híper-Tehuelche. El hermano de Eduardo,
Horacio, compró otros 5000 metros cuadrados, también a 7,50. Pero no fue
su única compra: le fueron asignados terrenos fiscales en pleno centro
de Caleta Olivia. El argumenta que fue en subasta pública, pero incluso
la UCR pidió informes porque la compra les pareció irregular. Según
referentes del propio partido de Costa, la subasta no se publicó. El
diputado argumentó que pagó lo que pedía el municipio, pero los
dirigentes radicales le están pidiendo que devuelva el terreno como
“gesto ético”. La familia Costa es dueña de Costa Construcciones y de
importantísimas concesionarias de autos. En la elección de 2011, en la
elección para gobernador, Costa obtuvo el 45 por ciento, mientras que
Daniel Peralta lo superó con el 51 por ciento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario