miércoles, 19 de septiembre de 2012

Por qué salí el jueves a tocar bocina

POR MARCELO BIRMAJER

El autor destaca el coraje cívico de los que protestaron. Pero dice que no tienen una agenda épica ni son héroes.
Por qué salí el jueves a tocar bocina
16/09/12
Soy de natural parco, no me gusta el bullicio y siempre que puedo le escapo a las multitudes. Quiero una distancia de al menos un brazo entre cualquier desconocido y mi persona. Soy reacio a tocar bocina. Si las circunstancias me lo hacen imprescindible, trato de que sea un leve y breve bocinazo cortés. No sirvo para festejar goles ni para defender a los gritos tal o cual postura. Sin embargo, el pasado jueves, durante la marcha ciudadana, toqué bocina para acompañar desde mi auto a los manifestantes.
Salí del Abasto y viajé hasta Libertador al 7900, y en cada vereda, calle, esquina de la ciudad, había un grupo, cientos o un manifestante, haciendo sonar la cacerola o cualquier otro improvisado instrumento de percusión. Me gustó, en particular, el fenómeno de los individuos que hacían sonar sus cacharros a solas: demostraban su coraje cívico, y no necesitaban grupo. Esa sonora presencia individual en una calle oscura tiene para mí algo de poderoso y conmovedor.
En Constitución, en el Abasto, en Palermo y masivamente en la esquina de Cabildo y Federico Lacroze, autos y personas se turnaban amablemente para protestar. Los vecinos de esa esquina dieron un ejemplo de cómo se puede disentir, llamar la atención y a la vez no interrumpir el tránsito. El Gobierno debería agradecer esta lección, en lugar de desmerecerlos como si prefiriera a los patoteros que se esconden detrás de palos y pañuelos y atentan contra la libertad de circulación. A esos Abal Medina no les puede ver las caras, pero parece preferirlos.
Soy una de las caras que a Abal Medina le parecen, por motivos que ignoro, inhabilitadas para exigir más libertad, más seguridad y más respeto. ¿Abal Medina piensa que su cara es el modelo de rostro al que debemos aspirar los argentinos? ¿Por qué no la cara de Jaime Baily, que es un hermano latinoamericano? ¿O la de Canuto Cañete, el joven personaje de Balá? Sin embargo, el jefe de gabinete debería terminar aceptando que no debemos aspirar a una cara modélica. Y yo prefiero que no me juzguen por la cara.
Por otra parte, soy de clase media, y con mucho orgullo. Me gustan los valores de la clase media y su participación en la historia argentina. Creo que la clase media nutrió al grueso de los simpatizantes de los movimientos de derechos humanos, antes y después del 76; creo que la clase media fue una importante promotora de la democracia, de la libertad de expresión y de los derechos individuales en el país. Y que sus errores estuvieron a la par de las clases más y menos acomodadas. No fue la que conocemos como “clase media” la impulsora de la teoría del “cuanto peor, mejor”, con la que los Montoneros, hoy celebrados, aguardaban impacientes la llegada de la dictadura militar, dispuestos, como le reveló Firmenich a García Márquez, a perder mucho más de “5000 cuadros”. No fue la que conocemos como “clase media” la que confundió a Perón con Mao o con Fidel Castro. Pero sí fue esa clase media la que acompañó mayoritariamente a Alfonsín en el juicio contra los militares asesinos, y en su mensaje de tolerancia, libertad y paz. Por eso esa clase media tiene todo el derecho del mundo a salir, junto con las clases más y menos acomodadas, como ocurrió el jueves, en cada uno de los barrios porteños por los que pasé, a pedir que el poder de turno deje de importunarlos en sus libertades privadas.
La idea cierta de que el cacerolazo no tiene un líder, es la fortaleza y debilidad de quienes protestaron contra el gobierno.
Hoy el gobierno cuenta con la ventaja del fanatismo: el seguimiento ciego a su líder Cristina, la aceptación de todo lo que diga como verdad revelada, la defensa de cualquier tropelía con tal de que ella lo avale- Bodou & Vanderbroele &Ciccone-, la persecución a los medios independientes, el uso de la cadena nacional para atentar contra la libertad de expresión- llamar “cadena del desánimo” a un medio no oficialista y amenazar con su destrucción-, el ataque desde la misma presidencia contra un simple y desguarnecido ciudadano que confiesa que no le va también en los negocios, todo eso el fanático lo defiende, lo avala, grita para acallar hasta sus propias dudas; mientras que los que protestaron el jueves, sólo saben que quieren vivir en libertad, no tienen grandes planes, no quieren cambiar el mundo o llevar adelante una ideología ortodoxa, quieren que el Estado se encargue de que no los roben y no los maten, que los deje opinar en paz, viajar, leer y mirar lo que quieren.
Esa no es una agenda de héroes, no es épica. Y no se defiende a los gritos ni con grandes teorías. Esa gente quiere que se termine con esta farsa de la revolución y el Día del Montonero, y que mantengamos la democracia por la negativa: que desde el Gobierno dejen de robar y de mentir. Pero no son fanáticos, esa es su debilidad, y su mayor fortaleza.

2 comentarios:

gem dijo...

Me encanta la Cadena Nacional, y quiero que nuestros niños pobres tengan derechos, que los mas viejos tengan su jubilación que les fué robada por los pacatos que les pagaban en negro, nunca más las afjp ladrona, los que reclamaban libertad donde viven??? o se creen que los que fueron a Las Vegas a ver la pelea salieron en pateras? escondidos y sin un dólar ??? vamos basta de vistimizarse, no les creemos nada!!!

maleari dijo...

Digo yo, si fue del Abasto hasta Libertador al 7800, ¿por donde agarró para ver manifestantes en Constitución?