Binner, un muerto qui parla
Un socialista distraído en medio de un tiroteo
¿Fue un episodio aislado la escandalosa caída del jefe de la Policía de Santa Fe, comisario Hugo Tognoli?
La unificación original de los socialistas argentinos se remonta al verano de 1896, cuando bajo la dirección de Juan B. Justo se fusionaron los diferentes grupos de esa corriente en el Partido Socialista (PS), con voluntad de articular una síntesis entre las ideas jacobinas del siglo XVIII y el marxismo, entre la cuestión nacional y el internacionalismo, entre la República y la lucha por un estado proletario. En 1907, su delegado ante la Segunda Internacional, Manuel Ugarte, tuvo un memorable rol en el Congreso de Stuttgart al oponerse –junto con Lenin y Rosa Luxemburgo– a la justificación del colonialismo sustentada por los socialistas europeos.
A 106 años de ello, el actual líder del PS, Hermes Binner, tuvo un no menos memorable instante de gloria doctrinaria al apoyar –junto con Mauricio Macri y Elisa Carrió– la candidatura en Venezuela del derechista Henrique Capriles, además de atribuir a "los gobiernos populistas de la región" las muertes en los incidentes tras las elecciones celebradas allí.
Claro que tal audacia le valdría –entre otras manifestaciones de intolerancia– nada menos que una moción para dejar sin voz ni voto a sus delegados en el Foro de San Pablo, que nuclea a los partidos y organizaciones progresistas de América Latina.
Semejante disgusto es quizás parte del precio que este hombre aún hoy paga por haber sido el primer gobernador socialista de una provincia argentina, lo cual, entre otros desafíos, supuso un problema leninista: la necesidad de contar con burócratas del régimen anterior, para no detener la rueda administrativa del Estado en la fase inicial del socialismo. Tamaña encrucijada también se extendió a su sucesor, Antonio Bonfatti. Este, por caso, acaba de insertar entre 38 pliegos para cubrir cargos en el Poder Judicial santafesino el del juez de faltas de Rafaela, Fernando Ferrer, con vistas a un puesto en la Cámara Penal. Binner ya lo había intentado con anterioridad, pero el asunto fue rechazado. Ahora, todo indica que ocurrirá lo mismo. Y por un detalle nimio: el tal Ferrer fue juez durante la última dictadura.
En ese mismo marco, la política tendiente a reducir los índices de violencia urbana posee –aun en manos de Bonfatti– el inequívoco sello del pragmatismo binneriano. Una paradoja, ya que el gobierno del Frente Amplio Progresista (FAP) no se impuso en las urnas con un discurso punitivo sobre la seguridad; sin embargo, es el garante del autogobierno policial
¿Fue, entonces, un episodio aislado la escandalosa caída del máximo jefe de la Policía de Santa Fe, comisario general Hugo Tognoli? La difusión de una pesquisa judicial sobre su supuesto papel en una red de de protección a narcos y proxenetas había precipitado su desgracia. Todo fue muy inesperado. De hecho, el mismísimo Bonfatti, se enteró de la noticia por el diario.
Fue durante la mañana del 19 de octubre de 2012. Al rato, su ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, llamó por teléfono a Tognoli, quien lo atendió en su despacho. Dicen que, al concluir la conversación, el jefe policial le deslizó a un colaborador: "Se acabó. Ya no puedo manejar ni un autito chocador." Minutos después, fue recibido en el ministerio por Lamberto, quien le sugirió dar un paso al costado. "Es en resguardo de su persona y de la institución", fueron sus exactas palabras. El comisario lucía desencajado, y contestó: "Ya escribí la renuncia." El resto, un frío apretón de manos, antes de lanzarse a un weekend de clandestinidad.
Quizás, entonces, haya visto por televisión la jura de su remplazante, el comisario Cristián Sola.
Ese tipo había sido hasta entonces el subjefe de la fuerza y también su más acérrimo rival. La convivencia de ellos estaba cifrada en un difícil equilibrio: Tognoli manejaba la estructura policial asentada en el norte de la provincia. Sola tenía el control de Drogas Peligrosas, de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) y de la División de Trata de Personas en el sur de Santa Fe. Aquella división territorial fue motivo de una feroz interna entre ambas líneas policiales. Y con una derivación sorprendente: la crisis policial hizo rodar la cabeza del viceministro de Seguridad, Marcos Escajadillo. En cambio, Sola continuaba en funciones.
Lamberto no tardó en ser convocado en la Legislatura para que explique por qué Bonfatti designó a Tognoli. En aquel cónclave a puertas cerradas, el ministro no se apartó del libreto oficial. Justificó dicho nombramiento por los antecedentes de Tognoli. "Tenía un currículum intachable e impecable. Era el mejor. No había ninguna razón para no designarlo", dijo. Luego ensayó una defensa no menos ardorosa del sucesor Sola. Valoró entonces sus condiciones para comandar una fuerza de 18 mil efectivos: "Sola es el jefe más formado y capacitado que tenemos en Santa Fe. Necesitamos jefes fuertes y con mando para imponer disciplina." Pero, en este punto, hizo una revelación descarnada: Sola y el nuevo subjefe, José Luis Romitti, eran por aquellos días investigados en Asuntos Internos por enriquecimiento ilícito. Un debut con el pie izquierdo, que concluyó dos meses después con la eyección de Sola y su remplazo por el comisario Omar Odriozola.
Ajeno a tales situaciones, Binner sigue soñando con ser el gran referente nacional de la oposición. Y pasea por el mundo para lograrlo; acaba de visitar Alemania para el 150º aniversario del Partido Socialdemócrata de ese país; acudió a Roma para besar la mano del Papa. Y ya de regreso en el país, fustigó en un congreso del PS la investidura presidencial. "Le guste o no a la señora, su ciclo terminó", diría, antes de ser cuestionado por las autoridades del Foro de San Pablo. "Jamás oí hablar de ese Foro. ¿En donde se reúne?", preguntó, entonces, tal vez emulando al inolvidable Fernando de la Rúa.
¿Fue, entonces, un episodio aislado la escandalosa caída del máximo jefe de la Policía de Santa Fe, comisario general Hugo Tognoli? La difusión de una pesquisa judicial sobre su supuesto papel en una red de de protección a narcos y proxenetas había precipitado su desgracia. Todo fue muy inesperado. De hecho, el mismísimo Bonfatti, se enteró de la noticia por el diario.
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