Muchas veces se ha cuestionado el acierto de esa contundente frase del "Bebe" Cooke para caraterizar al peronismo; sobre todo cuando las contradicciones que encierra éste como movimiento político lo ponían en las antípodas del ímpetu transformador con que nació a la vida política argentina.
Pero es cierto también que ese efecto revulsivo (y no precisamente por adhesión) que el peronismo causa en muchos sectores de la sociedad al que apuntaba Cooke con su frase, tiene un sentido complejo, vinculado a muchas cosas.
Ciertamente sí parte del rechazo visceral de los sectores dominantes de la Argentina a las transformaciones económicas, políticas y sociales impulsadas por el peronismo, trasgrediendo los estrechos límites con que -hasta entonces- los partidos tradicionales de oposición al régimen lo habían enfrentado.
Pero tiene además profundos componentes culturales, que se remontan al dogma sarmientino de civilización y barbarie; paradigma fundacional de la cultura oficial y modo de interpretación histórica que sentó las bases para construir un modelo de país; justamente ése que el peronismo vino a cuestionar.
Hay en esa construcción un ethos profundo de autoritarismo (teórico y puesto en práctica innumerables veces en nuestra historia) y racismo biologista, una especie de darwinismo social; que, de acuerdo a las convenciones sociales, no es de buen gusto exponer abiertamente en público.
Y es entonces que se busca en la bolsa de los argumentos para echar mano a otras categorías como el fascismo, en una práctica que revela otra cara de la misma moneda: la incapacidad de comprender y explicar la propia realidad social y política, por la existencia de gruesas anteojeras ideológicas.
Y a propósito de esas anteojeras, éste editorial de La Nación podría haberse escrito perfectamente en 1945, pero es del diario del domingo; lo que demuestra la persistencia de ideas troncales del pensamiento conservador en la Argentina, ideas que resisten el paso del tiempo.
Incurriendo en la falsificación histórica que es su marca distintiva (es al fin y al cabo el diario fundado por Bartolomé Mitre, el mayor mistificador de nuestro pasado), hay en el editorial gruesos errores (el fascista que quisieron citar era Degrelle, pero les pareció quizás más oportuno cambiarle el nombre por uno de resonancias rosistas o mazorqueras); junto con intencionadas omisiones autoexculpatorias.
Para el que lo lea sin conocer a fondo la historia argentina, parecerá que el peronismo ha pasado por ella sólo dispensando violencia (no existe la menor alusión a sus transformaciones sociales por ejemplo) y que, por el contrario, jamás la hubiera padecido en carne propia.
No hubo al parecer -y de acuerdo al relato histórico del editorial- un Darwin Passaponti muerto en los mismos sucesos del 17 de octubre, ni bombardeos a la Plaza de Mayo, ni proscripción electoral de la fuerza mayoritaria durante 18 años, ni decreto 4161/56 instaurando el delito de opinión, ni Resistencia Peronista ni cosa que se la parezca.
No hubo tampoco presos, desaparecidos ni torturados peronistas en el genocidio instaurado a partir de 1976, régimen que tampoco al parecer fue fascista; porque de lo contrario no se entiende que La Nación (junto a Clarín, diario fundado por un connotado y confeso fascista como Roberto Noble) aceptara el regalo de Papel Prensa de sus manos manchadas de sangre.
Este tipo de editoriales escaseaban por la década del 90´, cuando el establishment argentino (del cual La Nación es un calificado vocero) cumplió el sueño de domesticar a la bestia negra, y ponerla por completo al servicio de sus intereses.
Abundan en cambio a partir del 2003, y si es cierto lo que dicen acerca de que en política te definen tus amigos pero por sobre todas las cosas lo hacen tus enemigos, en editoriales como éstos tiene el kirchnerismo un arma poderosa para defenderse de los que le cuestionan su identidad peronista.
Porque como se ha dicho no es que desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia para acá volvieron los gorilas: es que volvió el peronismo.
3 comentarios:
Seguramente esta página responde al "periodismo genuflexo y complaciente." y, seguramente, "su funcionamiento deficitario cuesta ingentes sumas al erario."
es un orgullo, juases
Juases: Se vé que vos estás acostumbrado a eso. No te hablo de militancia porque tu ignorancia te nubla el entendimiento, salame (Pío Abramov).
Excelente compañero.
Respecto de su última frase, lo invito a ver el encabezado de mi modesto blog, que hace referencia a éste post del Emo: http://natanael.blogspot.com/2010/04/suenero.html
Un abrazo.
Ct.
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