lunes, 7 de febrero de 2011

POLÍTICAS DE SEGURIDAD


Desde que los diferentes globos de ensayo (léase candidaturas presidenciales) inflados por Clarín para encontrar la cuadratura del círculo (la fuerza capaz de impedir un nuevo triunfo electoral del kirchnerismo) se vienen desinflando, el diario de Magnetto -en tándem armónico con La Nación- busca con desesperación producir una fisura hacia el interior del bloque político que sustenta al gobierno nacional; en especial alentando la candidatura de Scioli para salir al paso de la reelección de Cristina.

En ésta nota de hoy ponen el foco en uno de los aspectos más controversiales de la gestión del gobernador bonaerense: la política de seguridad; pero vinculándolo simplemente a la interna del oficialismo, con lo que de un modo indirecto, avalan plenamente esa política; pese a que no se privan de criticarla a diario desde todos los medios a su disposición.

París bien vale una misa, podría decirse desde el ex Gran Diario Argentino: para esmerilar a la gestión de Cristina, todo vale; hasta elogiar implícitamente la gestión de Casal al frente del Ministerio de Seguridad bonaerense, o convertirse en su vocero oficioso, contrarrestando la presunta influencia que Página 12 y Horacio Verbistky ejercerían sobre Nilda Garré y las políticas de seguridad del gobierno nacional.

Y en ese sentido actúan en espejo, como si conocieran en detalle los cuestionamientos a esa misma política de seguridad que surgen fundamentalmente desde los organismos de derechos humanos.

Pero lo accesorio no debe hacernos perder de vista lo principal:  tras ese juego de operaciones de prensa, se encubre un debate que debe darse hacia el interior del propio oficialismo por las políticas de seguridad, porque las opciones que al respecto se adopten no son neutrales desde el punto de vista ideológico, ni indistintas con vista al  futuro político.

Quizás sea este aspecto -en mayor medida que ningún otro- el que marque a las claras las diferencias entre Cristina, Scioli y lo que cada uno representa; aun dentro del mismo colectivo político, y la inseguridad será -junto a la inflación- el caballito de batalla favorito de los medios hegemónicos para pegarle al gobierno, desde ahora y hasta octubre.

Por eso y como lo dijimos en su momento -y el consejo vale claramente para Santa Fe- es necesario generar una política de seguridad para la democracia, uno de cuyos pilares centrales ha de ser el control irrestricto del poder político, sobre las fuerzas policiales y de seguridad.

Una policía operando con agenda propia y autonomía plena -el modelo que ensaya Casal en Buenos Aires, con la anuencia de Scioli, mismo que el que ejecuta Binner aquí en Santa Fe- es la puerta abierta para que hechos como los de José León Suárez (como todas las evidencias indican, un claro caso de gatillo fácil) se seguirán repitiendo; y la inseguridad, lejos de resolverse, se agravará a cada paso.

Por no decir que esas políticas entrañan clarísimos guiños a la derecha, criminalizando la pobreza y la protesta social, y poniendo a los menores en el centro del debate por la inseguridad, en lugar del crimen organizado; como debe ser. 

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