lunes, 13 de mayo de 2013

8 DE OCTUBRE ES EL FIN DEL MUNDO... PARA ALGUNOS

DE BORRICO JODÓN A JUMENTO RESPONDÓN

No tan en joda. 

 http://indecquetrabaja.blogspot.com.ar/

Sumándome a la onda de terrorismo feisbukero, pero de sentido inverso, desbordante de mala intención psicopateante, el viernes a la noche publiqué esto:



Por supuesto que aparecieron los sesudos comentaristas que intentaron echar por tierra la endeble especie, argumentando con sagacidad y en base a incontrastables hechos, a saber:

1) La Fed (Reserva Federal) dijo que no iban a ser retirados de circulación los billetes de viejo diseño. 

2) Los EEUU Nunca retiran de circulación los billetes de viejo diseño. 

3) ¡Aguante el dólar! (o I love dollar) 

La inocente maldad empezó a ser digna de análisis más serio, porque si estos eran los argumentos para sostener su inexactitud, merituaba un análisis más fino.

“La Fed dijo que no iban a ser retirados de circulación los billetes de viejo diseño”. También dijo el gobierno de yankilandia que en Irak había armas de destrucción masiva, entre otras tantas bellezas… y los de la FED, ni siquiera son funcionarios del Estado. Es decir, no existe diferencia sustancial en otorgar credibilidad a la palabra de unos funcionarios norteamericanos de segunda línea de un pool financiero privado en una conferencia de prensa de presentación de un billete, y creer en los reyes magos.

El segundo argumento, es una verdad tan relativa como la que esbocé en el feisbuk. Convengamos que los norteamericanos son poco proclives a retirar billetes de viejo diseño, pero afirmar que nunca lo hacen es tan erróneo como decir que siempre lo hacen.

En este link encontrarán varios billetes de 100 dólares que no creo que nadie acepte como medio de pago.

Es más, toda una serie emitida en 1957 (respaldada en patrón plata) se encuentra fuera de circulación y no tiene otro valor que numismático. Paradoja del destino, esta serie es conocida como la de “sello azul” o simplemente “Blue Dollar”.
 

En 1963, Kennedy ordenó al Departamento del Tesoro emitir una serie de billetes de dólares, sin la intervención de la FED (es decir, el Estado emitió moneda directamente), se la denominó “la serie roja”. Muerto Kennedy, su sucesor Jonson, anuló la orden ejecutiva. Los billetes con sello rojo fueron retirados de la circulación antes de que aparezca algún nuevo Lee Harvey Oswald.

En 1969, Richard Nixon, de un plumazo, sacó de circulación los billetes de nominación mayor a U$S 100 (500, 1.000, 5.000 y 10.000). Después volveremos sobre el tema.

De las 3 impugnaciones recibidas, la más atinada y ajustada a la realidad, la que merece ser tenida en cuenta, es la que clama “aguante el dólar!”. No tiene ningún indicio de racionalidad, ni es producto de ningún análisis. Comparte con la primera la apelación a la fe… y tiene razón: si el valor real del dólar no resulta sino de la creencia de que representa un determinado valor económico ¿por qué suponer que la cotización del dólar blue para alguien, responda a una lógica distinta a que los medios masivos de comunicación le hacen creer que vale?

La racionalidad indicaría que carecería de valor una moneda cuyo país de origen reconoce que le dá a la maquinita de emitir sin contemplación, cuya deuda externa (sin contar la interna) es superior en varios miles de millones de dólares a su PBI anual, y que no termina de salir de una crisis recesiva inmensa. Para colmo, los nuevos grandes bloques económicos emergentes la están abandonando como medio de pago en sus transacciones comerciales internacionales (así como los países del Commontwealth nunca la adoptaron, la eurozona la abandonó, los BRICS se encaminan en ese sentido, al igual que bloques regionales latinoamericanos como Mercosur, ALBA, Petrocaribe, antiguas zonas de influencia indiscutible del billete verde).
 

Si el dólar vale, no es más que por el desmedido prestigio que se le atribuye desde los medios de comunicación masiva. Después de todo, si existen masas acríticas dispuestas a creer que Néstor Kirchner fue asesinado por su hijo y esposa, sucesivamente con sospechar de que no había cadáver en el féretro porque no estaba muerto ¿por qué no habrían de digerir que un papel impreso sin control vale el doble de lo que la comunidad mundial está dispuesta a creer que vale? Porque ojo ¿eh? Basta cruzar el Río Uruguay con pesos para adquirir los mismos dólares (casi sin restricciones) al precio oficial argentino. Es decir la cotización del dólar blue no es más que una sensación endémica del microcento porteño, que aprovechan especuladores del resto del país.

Volviendo a la cuestión convocante ¿puede o no ser que los billetes de dólar de la vieja edición sean sacados de circulación, a pesar de que juren lo contrario los empleados de la FED? Dato de no poca relevancia, porque de suceder, obligaría a los atesoradores de la reliquia numismática a sacarlos del colchón e intentar su cambio por el nuevo billete. Y ahí, a no dudarlo, va a estar la AFIP restregándose las manos, o los cueveros para quedarse con un nuevo y formidable mordisco.

Volvamos también a 1969, cuando Nixon sacó de circulación los billetes de alta nominación. Uno se ve tentado a creer que lo hizo por una simple razón: reforzar la intermediación bancaria (y la ganancia financiera) dificultando las operaciones comerciales de muchos ceros con papel moneda (por aquel entonces aún no estaba popularizado el método lanatiano de pesar los billetes en lugar de contarlos). Es decir, el vínculo de Nixon con los banqueros iba mucho más allá de lo que se dice.

Y no es casual: Nixon gobernó en la etapa de tránsito (eclecticismo económico) entre el keynesianismo de la reconstrucción pos II Guerra y el Neoliberalismo económico, cuando el capital financiero deja de jugar un papel secundario para transformarse en el eje de la economía mundial. Dos años más tarde el nuevo esquema se completaba: los Estados Unidos abandonan definitivamente el patrón oro (en ese momento las reservas metálicas eran muy inferiores al circulante, impidiendo su libre convertibilidad, Nixon se vio frente a la disyuntiva entre devaluar o dinamitar el sistema). La moneda se transformó en fiduciaria (una cuestión de fe), independizando su valor del contenido las bóvedas de Fort Knox. No serían otros que los bancos (los mismos que emitían moneda dado que la Reserva Federal estaba privatizada  desde 1913), liberados desde entonces de la pesada carga de compensar la emisión con oro, los garantes de su valor representativo, sin ningún parámetro objetivo que lo determine.
 
 

En síntesis, desde entonces arranca la idea de que el dólar vale aquello que quienes lo emiten y “venden” dicen que vale, en tanto y en cuanto millones de incautos les crean. La misma mecánica de la sobrecotización del dólar blue.

La expansión monetaria de los EEUU continuó sin control hasta el presente (respaldada por la propaganda a veces, por el resucitamiento de la confianza las menos, y, a menudo, por el amenazante despliegue armamentístico), demostrando la inviabilidad del sistema las recurrentes y cada vez más profundas y duraderas crisis financieras. Si al dólar fiduciario o físico, le agregamos el “dinero bancario” (virtual, producto de asientos contables, como muy bien lo explica “Dinero es Deuda”) no hay economía real que pueda respaldar semejante representación simbólica. Es decir si en este momento alguien se apoderara de todos los dólares del mundo (físicos y bancarios) y saldría comprar todos los bienes y servicios existentes, muy probablemente le sobrarían miles de millones de dólares.

Se repite pues, la situación que enfrentó Nixon: los dólares son mucho más que los bienes que supuestamente representan, encima en un clima de estancamiento (cuando no de recesión) global. Y se repite el catálogo de soluciones disponibles:

1)   Devaluar el dólar: improbable. Ello implicaría admitir la mentira, la pérdida de fe definitiva en el dólar y el colapso de la megapotencia mundial que, al fin de cunetas, es la que respalda la existencia de la gran estafa. 

2) Patear el tablero: imposible. No existen alternativas, ya reemplazamos el oro por la confianza en la expansión permanente de la economía, después de eso no hay nada. 

3) Disminuir la cantidad de dólares circulantes, y aquí puede estar la madre del borrego. 
La característica principal de la nueva emisión es la introducción de modernísimas y sofisticadas medidas de seguridad previstas para impedir su falsificación. El lanzamiento se viene demorando 2 años, 2 años en que se viene machacando sobre la idea de que el de U$S 100 es el billete más falsificado del mundo, especialmente fuera de las fronteras de EEUU. ¿Qué sentido podría tener, entonces, invertir millones en tecnología anti falsificación, si se piensa seguir permitiendo que circulen billetes fácilmente falsificables? 
 
Parecería razonable que después del 8 de octubre, y a pesar de la afirmación en contrario de los empleados de la FED, millones de poseedores del billete dispersos por el mundo, producto de la economía informal, se vean en la necesidad de “blanquear” sus ahorros a través de los bancos (porque resultaría impensable que se puedan emitir de una vez semejantes cantidades de sustituto). De paso yankilandia podría eliminar miles de millones de dólares incómodos, en manos de aquellos a los que le resultaría imposible dar una razón lícita para la tenencia de los billetes.

En fin, ahorrista esperanzado en dólar blue… en toda guerra hay daños colaterales.

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