SE MUESTRA CON TODOS Y GENERA CRISIS EN LA DERECHA
El ex ministro de Economía logró acaparar la atención jugando a dos puntas. Las fotos de familia que dividen al Pro y empantanaron las negociaciones. Hugo Moyano y Mauricio Macri, en un combo imposible.
Y un buen día, Roberto Lavagna logró recuperar parte del protagonismo perdido. Cuando todo indicaba que había cerrado un acuerdo electoral con Mauricio Macri para encabezar la lista de senadores porteños, el economista estrella de aquellos primeros años de la presidencia de Néstor Kirchner se sacó una foto en Córdoba con Hugo Moyano, José Manuel de la Sota y Francisco de Narváez que invirtió los términos de las negociaciones en curso con el macrismo. Hasta ese momento, el control de la pulseada estaba del lado del Pro, que le exigía firmar un escrito con los alcances del entendimiento y lo dejaba semiapalabrado para apoyar una eventual candidatura presidencial del alcalde. La postal cordobesa cayó como un balde de agua fría en el seno del partido amarillo porque no estaba prevista y porque incluyó a Hugo Moyano, un hombre resistido en el macrismo. Sin embargo, le permitió al ex ministro kirchnerista ganar peso a la hora de imponer condiciones y revalidar su filiación peronista. Una identidad que, aseguran, no quiere camuflar yendo en una boleta con el sello del Pro.
Horas antes de la foto del peronismo anti K en Córdoba, que el oficialismo calificó de “sepia” y el Pro de “traición”, había trascendido el listado de condiciones que anteponía Lavagna para cerrar un acuerdo electoral con Macri. Entre ellas, encabezar la lista de senadores y que la boleta no lleve el sello Pro, una fuerza con la que el economista no quiere quedar asociado. Por su parte, el jefe de gobierno pretendía que Lavagna firmara un documento con los alcances del entendimiento. Las exigencias del ex ministro de Kirchner, famoso por no estar dispuesto a resignar ni un ápice de su autonomía, causaron más divisiones en la interna del Pro, en constante ebullición por la falta de candidatos propios en los distritos clave, pero no en la Capital Federal, donde Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta disputan cuerpo a cuerpo el liderazgo.
“A Gabriela nadie la consultó”, se sinceró una fuente cercana a Michetti. La diputada, que en el plan de incluir a Lavagna en la boleta del Pro tendría que dar un paso al costado y aceptar secundar al ex ministro, al cierre de esta edición se mantenía al margen de la disputa por el lugar en la boleta. “Nunca dijo ni que sí ni que no”, confiaron las mismas fuentes, “porque hasta ahora no hubo un debate formal hacia adentro del Pro”. Pero, hilando fino, aparece el malestar. La diputada macrista, hasta ahora la dirigente con mejor imagen del Pro, está molesta porque se está hablando de ir en la lista con referentes de otras fuerzas sin haber definido una política de alianzas hacia adentro del Pro. “Además, Gabriela no quiere saber nada con Moyano”, aclararon las fuentes consultadas por esta revista. Como Macri es la frontera que no quieren cruzar los hombres cercanos al camionero, Moyano representa un límite para eventuales alianzas del Pro de cara a octubre. “Lavagna lo sabe y no le importó”, reflexionaron cerca de Michetti y agregaron que “esa es toda una señal política”.
“Sumar a Lavagna fue idea de Larreta”, reconocen en el Pro. La iniciativa, en su momento, ganó adhesión porque servía para ponerle un freno al crecimiento de Michetti en el distrito, sobre todo después de que fracasó la idea de hacer jugar a la dama en la provincia de Buenos Aires. Pero, a esta altura, la influencia directa que puede llegar a ejercer el economista en las decisiones del jefe de gobierno preocupa a casi todo el elenco macrista. Sobre todo porque cuando se apaciguó la bronca por la postal del peronismo anti K, Macri y Lavagna se mostraron dispuestos a reflotar la idea de compartir lista en los comicios de octubre. Incluso la preocupación se instaló porque muchos estaban dispuestos a pasar por alto la foto de la nueva familia peronista, pero no el documento conjunto que suscribió Lavagna, junto a De Narváez, Moyano y De la Sota, y que apareció publicado a toda página en los diarios del fin de semana.
Aunque el alcalde porteño cargó en sus declaraciones públicas contra Lavagna, trascendió que fue mucho más complaciente en un encuentro posterior que mantuvo con el ex ministro de Kirchner. Es que el Pro no puede darse el lujo de hacer una mala elección en octubre, porque la cita es la antesala del 2015, cuando Macri tendrá que dejarle la posta porteña a otro dirigente en la ciudad de Buenos Aires y decidir si jugará en la contienda presidencial. Fuentes cercanas al alcalde confiaron a Veintitrés que lo que más le molestó a Macri fue que Lavagna no se haya sacado una foto con él antes de mostrarse con los referentes del peronismo anti K. Es más, fuera de micrófono, varios dirigentes de la primera línea del Pro que se preguntan “¿cómo es posible que Lavagna haya firmado un documento con Moyano y con De Narváez cuando se negó a firmar un acuerdo con nosotros?”, esta semana volvieron a levantar temperatura cuando lo vieron, de nuevo, avanzar decidido en las arenas peronistas. Si había caído mal la foto de familia tomada en Córdoba, peor cayó la presencia de Lavagna en el Luna Park durante el lanzamiento del PCEyT (Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo), la flamante fuerza creada por Moyano para competir en las legislativas de octubre próximo. El único dirigente que no asistió al lanzamiento del PCEyT, porque estaba en el exterior, fue De la Sota y, aunque no subieron al escenario, fue una reedición de la postal cordobesa.
“No somos el peronismo disidente, somos el peronismo”, sintetizó el martes pasado el líder camionero al lanzar el partido con el que intentará engrosar la pata sindical en el Parlamento nacional y en la Legislatura bonaerense. El camionero es la frontera que no quiere pasar el Pro, una fuerza local con poca penetración en el distrito bonaerense que necesita imperiosamente construir territorialidad aliándose con aquellos que se la pueden facilitar. En diálogo con Radio América, Moyano se sorprendió al enterarse de que la foto cordobesa le cayó mal al Pro. “Comí varias veces con Macri”, reveló, y deslizó: “…y ahora no quieren hacerlo público”.
Lavagna, quien en un primer momento dijo estar sorprendido cuando leyó en los diarios que al Pro le había caído mal la foto y la solicitada que compartió con Moyano, De Narváez y De la Sota, con el correr de las horas y de los días fue subiendo el tono de sus dichos al punto de pegarle al Pro donde más le duele. “Puedo entender que esta foto no haya gustado, a mí no me gustaron las fotos del Borda, pero no hice ningún escándalo por eso”, en alusión a la represión de la Policía Metropolitana en el predio de ese hospital, donde el gobierno porteño planea construir el nuevo centro cívico. Y sorprendió aún más al asegurar que “el objetivo (de Unidos por Vos) es conformar un Centro Grande que sea capaz de presentar una alternativa con 4 o 5 puntos importantes, entre sectores del justicialismo que están saliendo del freezer en que los tiene el gobierno, con otros sectores como el Pro en Capital”, abundó para suavizar su lectura de la actuación de la Metropolitana.
En ese marco, al cierre de esta edición, el diálogo entre Lavagna y el Pro estaba empantanado. Al punto que, desde el macrismo, no descartaban la clausura definitiva de las negociaciones “porque Lavagna tiene que entender que el acuerdo es sólo con él y no con Moyano y De Narváez”, subrayaban. Según pudo saber esta revista, al regresar de una reunión sobre cambio climático en Nueva York, Macri recibió una lista de quejas por el acercamiento fallido con Lavagna y “por la importancia” que se le dio a una figura ajena al Pro a cuarenta días del cierre definitivo de listas antes de las primarias abiertas y obligatorias, previstas para agosto. El factor Lavagna fue interpretado por un sector del Pro como una jugarreta para entrampar a Macri en la interna del peronismo, “algo inaceptable” para el alcalde. En sintonía con el análisis, hubo pase de factura para el secretario general porteño, Marcos Peña, y para el ministro de Gobierno, Emilio Monzó, promotores del acuerdo con el ex ministro y responsables de las negociaciones frustradas.
Desde su alejamiento del kirchnerismo y el 16,8 % de votos que obtuvo como candidato presidencial en 2007, es la primera vez que el economista consigue el protagónico. Todo indica que jugar a dos puntas le sirvió para recuperar visibilidad, cuando ya tiene decidido presentarse en octubre, con o sin Macri. Algunos advierten que, tras haber logrado que la mayoría lo identifique como un hombre del peronismo, su buena relación con Daniel Scioli y con el intendente de Tigre Sergio Massa se puede convertir en su as en la manga. Otro punto en común con Moyano, que mantiene puentes activos con ambos.
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