jueves, 2 de mayo de 2013

MOMO Y SU AMIGO EL GENERAL TERESO


  
El pope de la Uatre lanzó el partido FE

La glamorosa noche del "Momo" Venegas

Algunos invitados hicieron un encomiable esfuerzo por estar allí, tras la maratónica sesión parlamentaria.

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Fue un muy emotivo jubileo de la democracia y, a la vez, un bello canto a la diversidad. Ocurrió en un salón del Marriott Plaza Hotel durante el atardecer del 25 de abril. Algunos invitados hicieron un encomiable esfuerzo por estar allí, tras la maratónica sesión parlamentaria –20 horas de ásperas discusiones sobre la reforma del Poder Judicial– concluida poco antes. Tal fue el caso de los diputados Federico Pinedo, Francisco De Narváez, Carlos Brown, Ramón Puerta y Patricia Bullrich. No faltó Mauricio Macri ni Juan Manuel De la Sota. Tampoco Hugo Moyano, los ex ministros Roberto Lavagna y Ricardo López Murphy, además del chacarero Alfredo De Angelli, entre otras prestigiosas personalidades de la República. Todos ellos dedicaron un prolongado aplauso al anfitrión del evento, Gerónimo "Momo" Villegas. El pope vitalicio de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) lanzaba así su flamante espacio político: el Partido Fe. 
Lo cierto es que este hombre de 72 años suele caerle muy en gracia a todo el mundo; al respecto, hay un ilustrativo ejemplo.
La escena transcurría el 14 de julio de 2009. La voz irradiada desde los estudios de la emisora Radiocadena Eco no dudó en dedicarle las siguientes palabras: "Lo queremos felicitar por su labor patriótica." Sonaba una zamba como música de fondo.
"Gracias", se le oyó decir al "Momo" con humildad, a través de un celular. El conductor del programa entonces arremetió con otro elogio: "Un dirigente como usted es una garantía para el movimiento nacional." El tipo pronunció esa frase con una exaltación algo forzada. Era nada menos que el dirigente nazi Alejandro Biondini. La respuesta fue: "Gracias, compañero." Como despedida, agregó: "Hay que seguir luchando." En ese instante, buscó con los ojos la aprobación del hombre sentado frente a él. Este elevó la comisura izquierda de los labios; fue su manera de sonreír. No era otro que Eduardo Duhalde. Ambos estaban en el sexto piso del edificio de la UATRE, ubicado en la calle Reconquista 630. El ex presidente interino era un asiduo visitante del lugar, dado que por aquella época Venegas era su principal operador político.
También es un sujeto muy emprendedor. Al punto de que por lo menos dos veces por mes viaja a Necochea –la ciudad que lo vio surgir– para velar por sus intereses empresariales, como el complejo turístico Médanos Blancos, fruto de una inversión cercana a los 20 millones de dólares. En esas ocasiones, siempre resalta junto a él un tipo mal entrazado al que en esa comarca todos conocen por "Carlitos". Su nombre es Carlos Farnos. Y merece un capítulo aparte.
El 8 de mayo de 1978 se produjo el asesinato de la copera Mirta Godoy en un cabaret del puerto de Necochea. El hecho pasó a la historia como el caso Pesic, por el apellido del marinero yugoslavo que, tras un juicio plagado de irregularidades, fue condenado por ello a 16 años de prisión. Recién en 1983 caerían en España sus verdaderos autores: dos hampones de poca monta. Uno de ellos, justamente, era Farnos. Ahora es nada menos que el guardaespaldas de Venegas.
Tampoco son ajenos a su círculo íntimo algunos destacados representantes de la familia castrense; entre ellos, el coronel retirado Rodolfo Solís. El "Chino" –tal como lo llaman sus camaradas– es un represor que durante la dictadura revistó en el Batallón 601, para –ya en democracia– recalar en la Dirección de Contrainteligencia de la SIDE. En la esfera privada, fue directivo de la agencia de seguridad Lyons, una pyme en la que se reciclaron otros represores, como Alberto José Jaime y Ezequiel Causada. Entre sus empleados figuraba el hoy famoso espía Ciro James. Solís, además, era el nexo entre Venegas y familiares de presos por delitos de lesa humanidad, junto con el general retirado Ernesto Bossi –un colaborador del general Martín Balza asimilado a la SIDE durante el gobierno de la Alianza–, quien con Solís hacía contribuciones económicos para financiar las actividades de la señora Cecilia Pando.
En el Estado Mayor del sindicalista también se mueve el general Daniel Reimundez y su colega, el general Jorge Tereso. El primero está bajo proceso por formar parte de una red de hackeo contra políticos, periodistas y personajes de la farándula; el segundo es recordado por un gesto de corte humanitario: solicitar a un juez, en vísperas de la Navidad de 2004, que los represores detenidos en la causa por la llamada Contraofensiva pudieran recibir a Papá Noel en sus hogares. Tal fue el caudal de aliados que supo aportar Venegas a Duhalde para que este, por aquellos días, afinara sus siempre renovadas aspiraciones presidenciales. Pero en las elecciones de 2011, el ex bañero de Lomas obtuvo apenas el 5% de los votos.
Ahora, mientras Duhalde reposa en su sepultura política, el "Momo" sigue en carrera. Ello le valió persecuciones de todo tipo. 
La más incómoda: su breve detención ordenada en febrero de 2011 por el juez Norberto, a raíz de su presunta participación en la llamada "mafia de los medicamentos".
La más embarazosa: la denuncia por complicidad con el trabajo esclavo en el campo, consumado desde su gestión en el ya disuelto Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE), a través de la empresa fiscalizadora Gregard, de cuyo directorio Duhalde y él formaban parte.
Semejantes sinsabores no hicieron mella en sus ideales. El miércoles en el Marriott, Venegas fue elocuente: "Cuando lleguemos al poder, los corruptos irán presos. La inseguridad y la corrupción son dos cosas imperdonables". Su selecto público aplaudía a rabiar.

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