viernes, 10 de diciembre de 2010

DÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS


Las problemáticas relacionadas con los derechos humanos han constituído sin duda alguna, un eje fundamental de las políticas llevadas adelante por el gobierno nacional desde el año 2003; en primer lugar porque conllevaban a la recuperación de los sentidos esenciales de las luchas de tantos compañeros y compañeras que dieron su vida y su libertad por el ideario del proyecto nacional que encarnó históricamente el peronismo.
Proyecto vilipendiado por los personeros de las clases dominantes y, lo que es peor aún, por quienes durante la década del noventa y desde dentro mismo del movimiento nacional, pretendieron herirlo de muerte a partir de una pseudo actualización doctrinaria; que no era otra cosa que el intento desembozado de construcción de un poder hegemónico, desvinculado de los intereses populares y que precisaba de la fragmentación y desideologización de las organizaciones de base, como reaseguro de un proyecto que dejaba afuera a la mayor parte de los argentinos.
Así las cosas, la reivindicación histórica de las luchas populares, de la militancia como herramienta de cambio, de los militantes como protagonistas de ese cambio, fueron los primeros pasos hacia la recuperación de los contenidos y los paradigmas políticos y sociales que hicieron del peronismo el mayor movimiento nacional  que haya tenido lugar en la historia argentina y latinoamericana, paradigmas que hoy lo exceden y son patrimonio del conjunto del campo popular.
Pero esas luchas tienen un sentido profundo relacionado con una sociedad mas justa, lo que debe entenderse como la redistribución del ingreso, condiciones de trabajo dignas, acceso a la salud,  a la educación, en definitiva políticas públicas que tuvieran en consideración los diversos planos de los derechos humanos que constituyen su núcleo duro.
Ese diseño resultó virtuoso en punto a que –al contrario de lo sucedido en anteriores gobiernos democráticos- no estuvo determinado meramente por pautas presupuestarias, sino por un compromiso ideológico que redefinió los contenidos de la política como fuerza transformadora de la realidad.
La reparación histórica entonces, no se limitó al también necesario juicio y castigo a los genocidas, -deuda pendiente por la existencia de las leyes del olvido dictadas por Alfonsín y Menem-, sino que ha sido y seguirá siendo mucho mas abarcativa y profunda: se trata de recuperar ideas y utopías, de transformar sueños que se creían truncos en realidades tangibles,  de recuperar y reconocer derechos inherentes a la  dignidad humana  para construir -como dijera Nestor Kichner en su primeras palabras como presidente de los argentinos- un país en serio.
Por eso junto a las condenas a los reponsables del genocidio y al apoyo del Estado a los que buscan  verdad y justicia, se acumulan los cinco millones de nuevos puestos de trabajo y los dos millones y medio de nuevos jubilados, la recuperación de la negociación colectiva y del Consejo del Salario, la movilidad jubilatoria y la asignación universal por hijo -con condicionalidades que garantizan el acceso a la salud y la educación para casi cuatro millones de niños y niñas hasta entonces excluídos- el mayor porcentaje  histórico del PBI destinado a la educación y las 1000 nuevas escuelas que implican una decisiva apuesta a la escuela pública, o las reformas a la Ley de Contrato de Trabajo para restituir derechos cercenados a los trabajadores por el experimento neoliberal de los 90'.
Y hubo más aun, incluso en el mismo plano de las libertades públicas: la ley de medios, el matrimonio igualitario, la prevención y represión de la trata de personas, el combate contra el trabajo infantil, el reconocimiento de la plenitud de derechos a niños, niñas y adolescentes, la protección a las mujeres contra toda forma de discriminación, violencia o mal trato, un régimen de salud mental que hace foco en los derechos del paciente, la protección de los inmigrantes y refugiados políticos o la derogación del Código de Justicia Militar.
Iniciativas todas impulsadas por el gobierno nacional o hechas suyas ante el empuje de diferentes colectivos sociales y políticos, y hechas realidad a partir del 2003, en la mayoría de las veces a través de leyes de ese mismo Congreso al cual el periodismo hegemónico pretendió vilipendiar tildándolo de escribanía del Poder Ejecutivo.

Contra esta construcción histórica, se levantan aquellos que acostumbrados a manejar el poder en todas sus formas con total impunidad y desprecio por las mayorías, ven hoy como sus privilegios de clase resultan amenazados por la fuerza de un pueblo decidido a tomar en sus manos su propio destino.
Pero como esos sectores del privilegio están lejos de renunciar a lo que consideran de su propiedad, plantean la pelea en todos los frentes.
Por eso, como dijimos en nuestro documento fundacional, nuestra lucha debe ser por el respeto irrestricto por los derechos humanos en todas sus formas y dimensiones, en el juzgamiento del pasado 

y en la construcción del presente


Porque es la mejor manera de asegurar el futuro







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