viernes, 10 de diciembre de 2010

LA HERENCIA DE EVA



Leemos esta excelente nota de Pausa Digital sobre el proyecto presentado por el senador por el Departamento La Capital, el reutemanista Juan Carlos Mercier, para transformar las instalaciones del ex Liceo Militar General Belgrano en Recreo, en un complejo educativo para "chicos en riesgo".

El amigo Mercier, conocido como "Juanchi" fue atendido aquí por el compañero Barricada, quien nos recuerda su (turbio) pasado.

Como si su proyecto no presentara ya un tufillo reaccionario, y como si no bastara con haberse subido de un modo oportunista para presentarlo, a la idea pergeñada por las "fuerzas vivas" de Santa Fe (o los vivos de las fuerzas, como diría Perón), el senador reutemanista pretende apropiarse de la imagen de aquélla que representa los ideales y la mística del peronismo, en su estado más puro.

Algo que los dirigentes del denominado "peronismo federal" santafesino (que poco tienen de peronistas, y está por verse cuanto tienen de federales) ya hicieron cuando la polémica desatada por la decisión del intendente Barletta de trasladar el busto de Evita que estaba frente al edificio del Correo.

Practicaron entonces una fingida indignación del sentimiento peronista que no les impidió, por caso y por esos mismos días, guardar ominoso silencio frente a los desalojos compulsivos de familias santafesinas pobres de toda pobreza del Bajo Judiciales (desalojos consumados por el mismo Barletta a fuerza de topadoras), o negarle a la presidenta de los argentinos (peronista ella y su gobierno) contar con su propio presupuesto para gobernar.


Mucho se ha conjeturado desde la muerte de Eva, sobre que haría ella en cada coyuntura política, "si Evita viviera" es ya una frase clásica, que hasta se hizo rima en los cantitos de las manifestaciones en la década del 70'.

Probablemente sea difícil saber que hubiera hecho Eva ante determinadas circunstancias, pero es más seguro suponer lo que no hubiera hecho.

Nosotros creemos que Evita no hubiera aceptado participar de dictaduras entronizadas en el poder a partir de deponer por la fuerza a los gobiernos elegidos por el pueblo; menos cuando esas mismas dictaduras se dedicaron con saña sin igual a perseguir, secuestrar, torturar y matar militantes políticos, la mayoría de ellos peronistas.

Pensamos que Evita tampoco hubiese formado parte de gobiernos democráticos que cercenaron derechos de los trabajadores y jubilados, haciéndoles pagar el costo del ajuste de las cuentas públicas, o se desprendieron del patrimonio público a precio vil, para favorecer a empresarios amigos.

Estamos convencidos que Evita, con toda seguridad, no hubiese inundado por omisión criminal buena parte de una ciudad, provocando que la tragedia caiga con todo su rigor sobre quienes poco tenían y, en muchos casos, perdieron todo, hasta a sus seres queridos.

Para decirlo de un modo académico, tenemos la certeza de que, si Evita se lo cruzara al senador Mercier, le encajaría tremendo voleo en el orto, después de haberlo dejado azul a puteadas. 

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