Como leemos aquí, el gobernador Binner vetó parcialmente la ley que establece el sistema de boleta única para las próximas elecciones provinciales, en el artículo que excluía la aplicación del sistema para las primarias o internas abiertas.
Al parecer la decisión rompe acuerdos previos dentro del gobernante Frente Progresista, por los cuales el radicalismo habría acompañado el proyecto en Diputados, en la creencia de que nunca pasaría la instancia del Senado para convertirse en ley.
Si el veto de Binner prospera (algo que parece probable, porque la Legislatura necesitaría obtener los dos tercios en cada una de sus Cámaras para rechazarlo), el resultado será que el engendro de la boleta única (pergeñado por Pablo Javkin, diputado de la Coalición Cívica) se aplicará para ambas elecciones, es decir la interna de mayo y la general de julio.
Los principales perjudicados de este experimento de ingeniería electoral serían Agustín Rossi y -sobre todo- el amigo Barletta, candidato elegido por la UCR para disputarle a sus socios del socialismo la gobernación de la provincia; dado que la segmentación del voto por categorías de cargos en disputa les impediría (sobre todo al intendente santafesino, poco conocido en muchos distritos del interior provincial) usufructuar los apoyos de los intendentes, presidentes comunales y referentes territoriales, para aumentar su caudal de votos.
El accionar del gobierno de Binner en el tema (directamente encaminado a favorecer a Bonfatti, el equino policial del caso) desmiente las monsergas socialistas sobre calidad institucional y respeto a las prácticas republicanas; monsergas en las que, por cierto, abunda el decreto de veto.
Habrá que decir en todo caso que lo hecho por el gobierno provincial en este tema es como su gestión: transparente, muy transparente, tanto que por momentos, parece invisible.
No parece casual que el veto parcial vaya en la misma línea del proyecto promovido por los senadores del reutemanismo, que contaba con media sanción en el Senado: el prolongado mutismo del ex corredor, la paulatina extinción del peronismo federal (respecto del cual la muerte de Néstor Kirchner parece haber provocado el mismo efecto que el asteroide que extinguió a los dinosaurios) y el ascenso de Cristina en imagen e intención de voto -que objetivamente beneficia a la candidatura de Agustín Rossi-, encendieron las luces de alarma dentro de los dirigentes santafesinos del peronismo disidente, que como bien sabemos es el que le gusta votar a la gente que jamás votaría al peronismo.
Al parecer el experimento de la boleta única les permitiría a los muchachos salvar la ropa en sus distritos o departamentos, más allá de la suerte de la elección provincial; donde según las encuestas, algunos candidatos como Mercier habrían duplicado su intención de voto: ahora llegarían al 2 %.
¿Para qué permanecer en la cubierta del Titanic, -se habrán preguntado los muchachos reutemanistas- si hay botes salvavidas a mano, y los amigos socialistas nos hacen lugar arriba?; y en ese trance, no encontraron cuestionable sentarse a hablar con Binner y Bonfatti: después de todo -habrán pensado-, ellos no destruyeron ningún busto de Evita.
Pero dijimos antes que el principal perjudicado de estos enjuagues era el radicalismo y su candidato a gobernador, Mario Barletta; lo que pone en tela de juicio la sagacidad de los operadores legislativos del radicalismo, que creyeron en la teoría de la media sanción de Diputados; y según la cual el envío del proyecto al Senado que manda la Constitución, sería una especie de jodita para Tinelli.
Y ya que de Tinelli hablamos, tan errónea parece haber sido la estrategia política del radicalismo en este tema, que se diría que fue diseñada por este muchacho:
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