lunes, 26 de noviembre de 2012

John Kelly, el nuevo halcón del Comando Sur norteamericano


El nombramiento del veterano marine ratifica la actual doctrina militar estadounidense, que busca implicar a los Ejércitos latinoamericanos en el combate de amenazas difusas o de nuevo tipo.
No es un secreto para nadie que los dirigentes norteamericanos tienen siempre segundas intenciones, sus declaraciones son algo así como mensajes subliminales y tenemos que debatirnos constantemente en la lectura entre líneas para saber con qué lanzamiento vienen. El ascenso al mando del general John Kelly no fue la excepción.
El nuevo jefe del Comando Sur que dirigirá las fuerzas que tiene Estados Unidos en América latina y el Caribe (sin incluir a México y Cuba que pertenecen al Comando Central), general John Kelly, “redireccionó” la nueva estrategia del comando al declarar antes de la toma de posesión que “la principal prioridad para las tropas bajo su mano será la lucha contra el narcotráfico”. Anteriormente era la lucha contrainsurgente la dirección principal.
No hay dudas de que esto tiene sus antecedentes y evaluarlos es importante para comprender cómo actuarán en un futuro las fuerzas estadounidenses en Latinoamérica y el Caribe.
Es sintomático que en la toma de posesión hayan estado presentes los dos principales funcionarios del Departamento de Defensa norteamericano: Leon Panetta, secretario de Defensa, y Martin Dempsey, general del ejército y jefe del Estado Mayor Conjunto.
A la ceremonia asistieron además representantes de los mandos militares de países latinoamericanos, lo que en muchos casos refleja la subordinación que las FF.AA. de estos países tienen con los Estados Unidos y en específico con el Comando Sur.
En su discurso, Leon Panetta recordó la gira realizada recientemente por Latinoamérica y destacó la importancia que tiene el subcontinente para los Estados Unidos. Lo que no dijo Panetta fue que en esa gira, él ponderó que “nuestra nueva estrategia se centra en desarrollar asociaciones y alianzas en el mundo y en particular en esta región”. Para ello, según el secretario de Defensa era necesario “no establecer bases permanentes, sino ayudar a desarrollar sus propias capacidades”.
Continuando con el panorama de la Nueva estrategia norteamericana para Latinoamérica y el Caribe, el secretario Panetta expresó que “para ser claros, el uso del ejército para labores de jurisdicción civil no puede ser una solución de largo plazo”, para a continuación proponer “construir bases, por el Comando Sur de Estados Unidos, para situaciones de desastres naturales que claramente pertenecen a la Defensa Civil”.
El mensaje quedo claro, los Estados Unidos construirían bases en toda América latina con el objetivo de que su Comando Sur se encargue de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo y así los pobres gobiernos latinoamericanos no tendrían que gastar en estos menesteres.
O sea, los Ejércitos latinoamericanos no deben realizar labores de “jurisdicción civil”, el Comando Sur, sí.
En sus Indicaciones Estratégicas para la Defensa, titulada “Mantenimiento de la superioridad Global: Prioridad para la Defensa en el Siglo XXI”, el presidente estadounidense, Barack Obama, establece los principios que regirán, en un futuro cercano, las estrategias en el ámbito geopolítico y militar.
En dicho documento se establecen, entre otros, los siguientes lineamientos:
El traslado del peso fundamental de las misiones prioritarias a las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) y en especial al cuerpo de la Infantería de Marina - Seals o Asds (Advanced Seal Delivery System),
El “rebalanceo” necesario que permita inclinar el balance en función de una nueva orientación hacia la región Asia-Pacífico. El tema se trata de la reorientación geoestratégica y la formación de tendencias a largo plazo.
Es sintomático que, en dicho “instrumento de dominación” no se hace referencia a América latina, lo que se explica ahora con los planteamientos de Panetta y Kelly. Latinoamérica es un problema de política interna para los políticos norteamericanos y ellos la manejan de forma independiente a las proyecciones mundiales.
Ahora, el subcontinente debe estar atento de todas maneras a cómo se proyectan las estructuras del Comando Sur, ya que éste es el encargado de ejecutar la política norteamericana en el área. Ejemplo de ello es que la Secretaria de Estado ha hecho menos visitas y tenido menos encuentros con dirigentes de Latinoamérica que el jefe del Comando Sur, quien constantemente está de gira por la región.
Otro ejemplo que muestra los cambios que ejecutan los militares y políticos norteamericanos en América latina es el denominado proceso de conversaciones para la “Paz” entre el gobierno colombiano y la Guerrilla, cuyo enfrentamiento a durado ya más de 40 años.
Algunos pensarán, ¿por qué ahora se trata de eliminar el pretexto que utilizaba Estados Unidos para justificar su presencia militar en Suramérica, cuando los procesos democráticos que incluyen a dirigentes populares y, por ende, no subordinados a Washington, están en franco desarrollo y el peligro de que se forme una coalición antiimperial es cada día mas evidente?
La cuestión radica precisamente en cumplir con los nuevos preceptos estratégicos que la política norteamericana está poniendo en práctica: ahorrar recursos, ser más eficientes y reducir el uso de la fuerza bruta.
El problema reside en que la economía norteamericana está quebrada y no puede continuar gastando más de lo que tiene. Por otro lado, el empleo de nuevas tecnologías, incluidas las de la información, permiten con menos hacer más. Por otro lado, el uso de la violencia, o sea la guerra, además de ser más cara, deja traumas políticos y sociales que después cuesta mucho trabajo eliminar.
Es por ello que se ha trazado un nuevo proyecto para A.L., el cual consiste en:
Utilizar la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo como pretextos para mantener su presencia en la región, agregándole a esto un carácter humanitario, con la ayuda contra desastres naturales, que permita hacerlo más potable.
Establecer una red de bases de nuevo tipo, más económicas y aceptables, que incluirían todas las facilidades necesarias (comunicaciones, pistas de aterrizaje o puertos, facilidades de alojamiento de tropas y medios y, lo más importante, una ubicación privilegiada para sus operaciones en el país o área designada). Estas bases tendrán un mínimo de personal que cumpliría la función de seguridad, pero servirán para en caso de que los intereses de Estados Unidos se vean amenazados poder enviar, empleando los poderosos medios de transporte con que se cuenta en estos momentos, los medios y tropas necesarios para apagar la rebelión.
Enmascarar estas instalaciones con la justificación de bases para casos de desastre o lucha contra el narcotráfico, incluido el soporte jurídico que permita que los soldados norteamericanos gocen de total impunidad en sus acciones en el país correspondiente.
Desarrollar una red de Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) locales que permitan ser empleadas para sofocar cualquier chispa de descontento popular y con ello preservar los regímenes oligárquicos que representan los intereses norteamericanos, que diga, democráticos en Latinoamérica.
Incrustar debidamente a los MMD de Estados Unidos para que proyecten las acciones Psicológico-Informativas que el Comando Sur necesita para ablandar la opinión pública y generar las condiciones que permitan el uso limitado de las fuerzas pararestablecer el orden, si es posible hacerlo sin el empleo de la fuerza, mucho mejor.
Hay muchos indicios del desarrollo de esta política en estos momentos. Las nuevas facilidades de clonación de la tristemente célebre Escuela de las Américas (bajo un eufemístico nombre) que se desarrollan en Honduras, Panamá, Chile y otros países de América latina, para la formación, fundamentalmente, de tropas de destino especial cuya preparación está orientada a la represión, es un ejemplo de ello.
La instalación de múltiples bases de nuevo tipo en países como Uruguay, Paraguay, Colombia, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, Honduras y Guatemala, son una muestra de cómo se va llevando a cabo el proyecto.
El Comando Sur deberá, de ahora en adelante, hacer el papel de penetración que, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, cumplía la DEA norteamericana, ya demasiado desprestigiada por sus constantes fracasos en la lucha contra las drogas y sus abundantes intromisiones en los asuntos internos de los pueblos latinoamericanos.
El general Kelly tiene una tarea delicada, mantener en un puño a una región en franca ebullición que por demás está demostrando, más que nadie en el mundo, que puede independizarse del dominio norteamericano. Para ello deberá emplear toda la astucia y experiencia que adquirió en su campaña por Irak y Afganistán.
Es posible que tenga además que utilizar algunas de las técnicas desarrolladas en estas guerras, como la de tener mano dura con los medios si éstos no cumplen con sus órdenes.
En Irak fue muy divulgada su acción de castigo contra el periodista free-lance Zoriah Miller, quien fue expulsado, barrido, desincrustado por el Cuerpo de Marines en Iraq, que lo acusaba de haber roto las reglas, puso en su blog de internet fotos de marines muertos en el ataque suicida contra una reunión de jefes tribales con mandos militares estadounidenses en Fallujah.
La orden de expulsión la firmó el entonces comandante de los Marines en Iraq, general John Kelly, quien no conforme sólo con esto, prohibió a Miller la entrada a todas y cada una de las instalaciones militares de Estados Unidos en el mundo.
El general tiene una tarea difícil, pues los latinoamericanos y caribeños se han propuesto independizarse definitivamente del yugo norteamericano.
No sabemos qué otros métodos pensará utilizar el nuevo jefe del Comando para lograr sus objetivos, de la misma forma como nos es incomprensible la medida tomada por el general contra el fotógrafo que sólo cumplió con un precepto que ellos, de palabra, defienden vehemente, la sacrosanta, “libertad de expresión”.
Quizá conozcamos algún día que el fotógrafo free-lance Zoriah Miller fue el que le tiró las fotos al ex general el Venado Petraeus, junto a Eva Paula Broadwell, que sirvieron para hervir en aceite caliente al infiel. Entonces y sólo entonces podremos afirmar que: “Habla siempre que debas y calla siempre que puedas”.

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