Denuncian a un abogado top de la derecha
Soaje Pinto, de la Triple A a Papel Prensa
El representante de Clarín que intentó agredir a Guillermo Moreno es señalado como presunto partícipe en la desaparición de un militante universitario. Escraches y amenazas.
Soaje Pinto, de la Triple A a Papel Prensa
El representante de Clarín que intentó agredir a Guillermo Moreno es señalado como presunto partícipe en la desaparición de un militante universitario. Escraches y amenazas.
La historia siempre se repite. Siempre. La primera vez se manifiesta como tragedia, la segunda como farsa. De la mano de la inconcebible defensa de sus privilegios que hace el Grupo Clarín se han montado algunos dinosaurios ideológicos que sacan a relucir todo su odio dormido desde hace años por la vigencia y consolidación de la vida democrática en la Argentina. Algo de todo esto publicó Veintitrés la semana pasada, en una nota del periodista Tomás Eliaschev titulada “El club de los fachos”. Uno de los protagonistas de ese artículo, José María Soaje Pinto, el abogado de Papel Prensa que intentó agredir a Guillermo Moreno, es ahora sindicado como presunto partícipe en la desaparición y asesinato de un militante universitario en los años ’70, además de ser el sospechoso de haber sido el autor intelectual e instigador de la fotografía en la que se ve al secretario de Comercio en un cajón con un tiro en la frente.
En el currículum de Soaje Pinto, como se consigna en la anterior edición de esta revista, se anotan hitos tales como defender a Facundo Mazzini Uriburu, descendiente del dictador José Evaristo Uriburu, acusado de insultar a una afrodescendiente al grito de “a los negros hay que matarlos a todos de chiquitos”. Soaje Pinto hizo una encendida defensa, en la que alegó: “Esta mujer ni siquiera es argentina”. La frutilla del postre fue su defensa del criminal de guerra nazi Walter Kustchmann, a quien llamaba cariñosamente “Don Walter”.
Tras la primavera camporista, con Juan Domingo Perón ya en el país, el general y el líder radical, Ricardo Balbín, llegan a un acuerdo en Gaspar Campos respecto de la vida universitaria. Consistía en que en aquellas facultades donde el centro de estudiantes había sido ganado por el peronismo se designaría un decano de esa extracción, y a la inversa en las facultades donde el centro estuviera controlado por el radicalismo. “Me llamó Raúl Alfonsín –agrega Ponce– y me dice que don Ricardo me quería ver. El Chino me recibió y me pidió que elija un decano para nombrar en Ingeniería. Yo no tenía idea, pero propuse a Hilario Fernández Long, que no era radical pero era una institución en la carrera. Balbín se enojó mucho y me dijo que don Hilario sería un excelente ‘rector en una universidad de la democracia pero nunca un decano en una universidad montonera’. Rechazado Fernández Long, propuse luego a Jorge Roulet (luego conocido por ser el marido de Elva Pilar Barreiro de Roulet, vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires en el período 1983-1987)”.
Los años turbulentos que vivía la Argentina no permitían la vigencia de demasiados acuerdos, ni aun los pactados entre los líderes peronista y radical. Así que el decanato de Roulet terminó abruptamente cuando llegó la misión Ivanisevich-Ottalagano, que nombró a otro decano, de apellido Bonetto, e intervino el centro de estudiantes. Tras la muerte de Juan Perón, en julio de 1974, asume en la cartera de Educación Oscar Ivanisevich, el 14 de agosto. Duró un año en el cargo y su objetivo explícito era “eliminar el desorden” en la universidad y producir su depuración ideológica. Relata Ponce que cambiaron al decano y en la intervención del centro de estudiantes salen a escena cuatro personas, de apellido Soaje Pinto, Peralta Tanco, Boccardo y Recio, que de acuerdo con lo relatado por los no docentes al ex decano Roulet, eran integrantes del Comando Mazorca de la Triple A, muy activo por esos años en el asesinato de militantes populares. “El 28 de noviembre de 1974 desapareció Daniel Winner cuando fue a dar uno de los exámenes finales. Fue un error, porque él siguió yendo a la facultad, todos los demás del centro de estudiantes estábamos guardados. Finalmente aparece muerto Winner, a quien en un primer momento confunden con Galimberti, que también había estado desaparecido unos días para entonces. Es famosa la tapa de la 5ª de Crónica con el título catástrofe ‘Apareció el cadáver de Galimberti’. Yo vi la foto e inmediatamente me di cuenta de que el cadáver era de Daniel”, relata Miguel Ponce.
Además de la autoincriminación que frecuentemente hace Soaje Pinto y que reiteró el día de la pelea con Moreno en Papel Prensa, del tipo “ya me cargué a varios montos y el próximo vas a ser vos” o “esto lo arreglo a los tiros”, en el escrito el funcionario agrega el testimonio de Miguel Ponce, “en su momento presidente de la Juventud Radical Revolucionaria, sobre la otrora participación de Soaje Pinto en el Comando Mazorca de la Triple A que asesinara a un militante universitario Daniel Winner, y en orden a que esos mismos que integraron aquellos comandos hoy operan como profesionales de los mismos grupos que fueron los beneficiarios del golpe del 76, encabezados por… Magnetto”.
Finalmente, la presentación de secretario de Comercio y del abogado que lo representa, Alejandro Rua, solicita al juez que se ordene el secreto del sumario, se investigue en base al expediente en que se tramitan las acusaciones contra Moreno y se disponga el allanamiento del domicilio de José María Soaje Pinto; además de otros pedidos, como la investigación de llamadas entrantes y salientes de una línea telefónica y una casilla de e-mail durante el período contemporáneo a los hechos que allí se denuncian. Por supuesto, Guillermo Moreno también solicita al juez que se reciba el testimonio de Juan María Ramos Padilla y de Miguel Ponce, cuyos dichos se reflejan en este artículo.
El escrito presentado por el funcionario de Comercio se agrega a la denuncia que presentó en su momento el ministro de Justicia, Julio Alak, ante la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal.
Este reverdecer de los militantes del fascismo en la Argentina (como bien lo revela la nota de Eliaschev) no se acaba en las marchas y las consignas que circulan en las redes sociales. Así como en el pasado, sueñan ahora a caballo del Grupo Clarín con imponer su ideología del terror. Por caso, uno de aquellos protagonistas de la violencia de los ’70, Soaje Pinto, apareció de nuevo en escena, primero como defensor de nazis y neonazis y luego como abogado de Papel Prensa. Fue en ese marco que amenazó y quiso agredir al actual secretario de Comercio.
En el currículum de Soaje Pinto, como se consigna en la anterior edición de esta revista, se anotan hitos tales como defender a Facundo Mazzini Uriburu, descendiente del dictador José Evaristo Uriburu, acusado de insultar a una afrodescendiente al grito de “a los negros hay que matarlos a todos de chiquitos”. Soaje Pinto hizo una encendida defensa, en la que alegó: “Esta mujer ni siquiera es argentina”. La frutilla del postre fue su defensa del criminal de guerra nazi Walter Kustchmann, a quien llamaba cariñosamente “Don Walter”.
Soaje Pinto parte I. “¡Cuando leí quién era el tipo que se quería pelear con Moreno no lo podía creer!”. Quien habla es Miguel Ponce, actual gerente de Relaciones Institucionales de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), radical de toda la vida y en los ’70 miembro de la Juventud Radical Revolucionaria. Fue presidente del centro de estudiantes de Ingeniería en el año ’74, cuando desapareció y fue asesinado un militante, Daniel Winner. Para él, el apellido Soaje Pinto no era extraño. “Yo fundé la agrupación Franja Morada de la Juventud Radical Revolucionaria en el ’71. El nombre de Daniel Winner era una institución en Ingeniería, pues fue el dirigente estudiantil que más tiempo estuvo preso durante la dictadura que terminó en el ’73. Con Cámpora en el gobierno entró a Ingeniería un decano normalizador, se hicieron elecciones y ganamos nosotros, por sobre una agrupación peronista y por sobre la izquierda. Yo era el presidente del centro y Winner el secretario gremial, él pertenecía a otra agrupación”, relata Ponce a Veintitrés.
Tras la primavera camporista, con Juan Domingo Perón ya en el país, el general y el líder radical, Ricardo Balbín, llegan a un acuerdo en Gaspar Campos respecto de la vida universitaria. Consistía en que en aquellas facultades donde el centro de estudiantes había sido ganado por el peronismo se designaría un decano de esa extracción, y a la inversa en las facultades donde el centro estuviera controlado por el radicalismo. “Me llamó Raúl Alfonsín –agrega Ponce– y me dice que don Ricardo me quería ver. El Chino me recibió y me pidió que elija un decano para nombrar en Ingeniería. Yo no tenía idea, pero propuse a Hilario Fernández Long, que no era radical pero era una institución en la carrera. Balbín se enojó mucho y me dijo que don Hilario sería un excelente ‘rector en una universidad de la democracia pero nunca un decano en una universidad montonera’. Rechazado Fernández Long, propuse luego a Jorge Roulet (luego conocido por ser el marido de Elva Pilar Barreiro de Roulet, vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires en el período 1983-1987)”.
Los años turbulentos que vivía la Argentina no permitían la vigencia de demasiados acuerdos, ni aun los pactados entre los líderes peronista y radical. Así que el decanato de Roulet terminó abruptamente cuando llegó la misión Ivanisevich-Ottalagano, que nombró a otro decano, de apellido Bonetto, e intervino el centro de estudiantes. Tras la muerte de Juan Perón, en julio de 1974, asume en la cartera de Educación Oscar Ivanisevich, el 14 de agosto. Duró un año en el cargo y su objetivo explícito era “eliminar el desorden” en la universidad y producir su depuración ideológica. Relata Ponce que cambiaron al decano y en la intervención del centro de estudiantes salen a escena cuatro personas, de apellido Soaje Pinto, Peralta Tanco, Boccardo y Recio, que de acuerdo con lo relatado por los no docentes al ex decano Roulet, eran integrantes del Comando Mazorca de la Triple A, muy activo por esos años en el asesinato de militantes populares. “El 28 de noviembre de 1974 desapareció Daniel Winner cuando fue a dar uno de los exámenes finales. Fue un error, porque él siguió yendo a la facultad, todos los demás del centro de estudiantes estábamos guardados. Finalmente aparece muerto Winner, a quien en un primer momento confunden con Galimberti, que también había estado desaparecido unos días para entonces. Es famosa la tapa de la 5ª de Crónica con el título catástrofe ‘Apareció el cadáver de Galimberti’. Yo vi la foto e inmediatamente me di cuenta de que el cadáver era de Daniel”, relata Miguel Ponce.
Jorge Roulet le relató luego a Miguel Ponce que un no docente lo llamó a su casa para denunciar que quienes habían secuestrado a Winner eran los cuatro integrantes del Comando Mazorca de la Triple A. El joven militante radical Ponce llevó esta discusión al seno de su partido, y el Comité Nacional del radicalismo decidió hacer una conferencia de prensa para denunciar a los cuatro presuntos asesinos del militante universitario de Ingeniería Daniel Winner. “Todo esto está en los diarios de la época, se puede chequear fácilmente”, agrega Ponce por si a su memoria le faltaran datos.
Soaje Pinto parte II. Juan María Ramos Padilla es un juez de la democracia, célebre por haber intervenido en innumerables causas de derechos humanos. En 1985, por caso, instruyó una causa sobre homicidios, secuestros, torturas y apropiación de menores cuyos acusados eran Jorge Rafael Videla, Santiago Omar Riveros, Ramón Camps, Albano Harguindeguy y otros militares que hoy esperan sentencia definitiva tras la demora que ocasionaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, además de los indultos dictados durante la presidencia de Carlos Menem. En 1985 también investigó una causa vinculada a la represión, durante la dictadura, de obreros y dirigentes gremiales que pertenecían a los astilleros Astarsa y Mestrina, además de las automotrices Mercedes-Benz y Ford, entre otras empresas. También en 1985 fue el primer juez en encarcelar al genocida Miguel Etchecolatz. Intervino en numerosas causas más que sería engorroso detallar, y desde el año 1989 hasta el 2005 participó en los juicios por la verdad y en querellas contra genocidas. Vale aclarar que ideológicamente el juez Ramos Padilla (por estas horas internado en terapia intensiva por una descompensación cardíaca) está en las antípodas del kirchnerismo. Sin embargo, cuando observó la foto de Guillermo Moreno en el cajón con un tiro en la frente le vinieron a la memoria las amenazas que él también sufrió de parte de José María Soaje Pinto cuando aquel era juez y este, abogado de genocidas. Fue por ese motivo que Ramos Padilla se presentó en la oficina de Guillermo Moreno para relatarle su visión de los hechos.
Moreno contra Soaje Pinto. Tanto el relato y testimonio de Miguel Ponce como la presentación espontánea de Ramos Padilla en la oficina de Guillermo Moreno fueron plasmadas en un escrito que el secretario de Comercio presentó ante la Justicia y al que tuvo acceso Veintitrés. Allí se relata que “días atrás se presentó en la Secretaría de Comercio el doctor Juan María Ramos Padilla, quien me hizo saber (…) diversos episodios similares que lo tuvieran como víctima, cuando se desempeñara como juez federal de Morón en los primeros años de la restauración democrática”.
El secretario de Comercio dice en ese escrito que el juez le relató las amenazas de las que fue objeto “a propósito de las investigaciones judiciales que llevaba adelante respecto de la represión ilegal y del accionar de ciertas bandas de ultraderecha que intervinieron asociadas con sectores de la policía bonaerense ligados a los ex comisarios Camps y Etchecolatz”. Según Moreno, Ramos Padilla le relató que conocía a Soaje Pinto “que se encontraba estrechamente vinculado con aquellas bandas, y que derechamente (sic) le anunciaba que ‘si seguía jodiendo’ iba a terminar con un balazo en la frente (como el que se ilustra en las imágenes de este caso) y que ya habían matado a muchos ‘montos’ y ‘zurdos’”.
Además de la autoincriminación que frecuentemente hace Soaje Pinto y que reiteró el día de la pelea con Moreno en Papel Prensa, del tipo “ya me cargué a varios montos y el próximo vas a ser vos” o “esto lo arreglo a los tiros”, en el escrito el funcionario agrega el testimonio de Miguel Ponce, “en su momento presidente de la Juventud Radical Revolucionaria, sobre la otrora participación de Soaje Pinto en el Comando Mazorca de la Triple A que asesinara a un militante universitario Daniel Winner, y en orden a que esos mismos que integraron aquellos comandos hoy operan como profesionales de los mismos grupos que fueron los beneficiarios del golpe del 76, encabezados por… Magnetto”.
Finalmente, la presentación de secretario de Comercio y del abogado que lo representa, Alejandro Rua, solicita al juez que se ordene el secreto del sumario, se investigue en base al expediente en que se tramitan las acusaciones contra Moreno y se disponga el allanamiento del domicilio de José María Soaje Pinto; además de otros pedidos, como la investigación de llamadas entrantes y salientes de una línea telefónica y una casilla de e-mail durante el período contemporáneo a los hechos que allí se denuncian. Por supuesto, Guillermo Moreno también solicita al juez que se reciba el testimonio de Juan María Ramos Padilla y de Miguel Ponce, cuyos dichos se reflejan en este artículo.
El escrito presentado por el funcionario de Comercio se agrega a la denuncia que presentó en su momento el ministro de Justicia, Julio Alak, ante la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal.
Tragedia y farsa. La Argentina atravesó un siglo XX plagado de contrariedades, la mayor parte del tiempo fue gobernada en esos años por dictaduras militares, la más cruel de ellas desde 1976 hasta 1983. Se interrumpió un proceso democrático cada vez que se afectaban intereses poderosos, así pasó con los gobiernos de Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi y Arturo Illia, además del gobierno de María Estela Martínez de Perón, que no gobernó contra las corporaciones pero persiguió a los militantes populares y preparó el terreno para lo que vino después. En ese marco crecieron muchas de las empresas que monopolizaron la economía del país, se aumentó la dependencia y la deuda externa hasta límites inasibles para la comprensión del ciudadano común. Clarín, La Nación y La Razón se adueñaron de Papel Prensa y la Justicia deberá determinar si en ese acto se cometieron delitos de lesa humanidad. Todo aquello forma parte de la tragedia que vivió el país. La farsa es que algunos protagonistas de aquellos tristes años quieran seguir actuando del mismo modo para defender a sangre y fuego los mismos intereses.
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