Los datos de la inseguridad que La Nación no quiso publicar
13.11.2012 | 16:02
A pedido del matutino, el diputado provincial Marcelo Saín, especialista en seguridad, elaboró una columna sobre la coyuntura que nunca fue publicada ¿Por qué no? El legislador lo explicó INFOnews.
Por: INFOnews
En julio de 2012 el diputado provincial de Nuevo Encuentro, Marcelo Saín, escribió una columna sobre la inseguridad a pedido del diario La Nación. Sin embargo, su trabajo nunca fue publicado.
En diálogo con INFOnews, el ex viceministro de Seguridad bonaerense y ex interventor de la policía aeroportuaria explicó que a medida que pasaba el tiempo y su columna no era publicada decidió comunicarse con el matutino y le informaron que por "cuestiones editoriales" su trabajo no iba a ver la luz.
"Es un diario que no publica lo que no le conviene. La columna no respondía a su línea editorial", confió Saín.
Marcelo Saín.
La nota completa a la que accedió INFOnews:
Inseguridades: delito, medios y política
Actualmente, en la Provincia de Buenos Aires, no se cometen más delitos que los años anteriores sino menos. No sólo hay menos robos y hurtos sino también menos homicidios dolosos. Ello es evidente con relación a la década del '90, durante la cual los delitos patentes y predatorios crecieron hasta alcanzar el pico más alto en 2002.
Según la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia provincial, en 2009, se registraron 1.183 homicidios dolosos, un 0,19 % del total de delitos registrados en el ámbito provincial. En 2010, se produjeron 1.098 homicidios dolosos -0,18 % del total-. Y en 2011, se consignaron 1.034 hechos -el 0,16 % del total-, de los cuales 63 fueron homicidios criminis causa -para ocultar otros crímenes-, 78 fueron agravados -en general, por uso de armas de fuego- y 56 se cometieron en ocasión de robo.
Eso significa que 837 hechos se cometieron en un contexto distinto de aquel comúnmente vinculado a los denominados hechos de "inseguridad". El grueso de esos homicidios se cometieron entre personas conocidas o en contextos de "riñas" o en situaciones de "violencias domésticas", cuestiones éstas que permanecen soterradas para los medios masivos de comunicación y para la "sociedad" en su conjunto. En su conjunto, esto equivale a una tasa de 6,6 hechos cada 100.000 habitantes, mientras que en 1995, cuando se registró la menor tasa de homicidios dolosos de la década, esa tasa fue de 7,7 mientras que en 2002 fue de 13,3.
Si hay menos delitos, menos homicidios dolosos que antes y el grueso de éstos se producen en escenarios no públicos y en situaciones ajenas a los delitos predatorios, ¿por qué la espectacularidad escandalosa de la "inseguridad" y la consecuente expansión del "miedo al delito"?
En primer lugar, la criminología mediática que sólo enfoca algunos hechos, algunos victimarios, algunas víctimas y algunos lugares. Lo que único que cuenta es preciso: homicidios cometidos por personas altamente marginalizadas -generalmente, menores- contra personas de clase media o alta cometidos en espacios públicos o escenarios no ubicados en "zonas peligrosas" sino donde transita o reside habitualmente la "gente común". El mensaje es claro: cualquier persona puede ser asesinada en estas circunstancias; todos pueden ser victimizados fatalmente en cualquier momento y lugar. En énfasis obsesivo en estos hechos mantiene eficazmente el ocultamiento de la violencia doméstica; los mercados ilegales -drogas, autoparte, personas sexualmente explotadas- regulados estatalmente por la protección policial; las violencias institucionales -gatillo fácil, torturas, ejecuciones, desapariciones-; los delitos de "cuellos blanco". La reiteración obscena de aquellos homicidios y del sufrimiento familiar que los contornea completan el espectáculo dantesco.
En segundo lugar, los desatinos y vacíos gubernamentales materializados en:
1. La falta de dispositivos institucionales abocados al registro, sistematización y análisis de los delitos producidos en el ámbito provincial, en donde no se sabe cuántos delitos se cometen, dónde, en qué circunstancias y con qué secuelas sociales, culturales y políticas.
2. La delegación de todo el poder a la policía como instrumento único de gestión de conflictividades en las calles, desatendiendo o encubriendo las extendidas prácticas corruptivas -y recaudatorias de fondos proveniente de los delitos protegidos y que "suben para arriba"-; los abusos reiterados en el uso de la fuerza ilegal; las deficiencias organizacionales que hacen que sólo el 30 % de los uniformados estén haciendo labores operacionales; y la indigencia laboral de la mayoría de los trabajadores policiales sumidos en el doble empleo, la precarización material y la violencia de no tener el derecho a agremiarse y negociar con la patronal -Comisariato y Ministerio- las condiciones de trabajo.
3. La prisionización exacerbada de sospechosos -masivamente, indigentes y vulnerables- que sobreviven por años en condición de procesados en la mazorca penitenciaria bonaerense conformada por prisiones sobrepobladas -27.000 almas donde caben 16.000- signadas por el hacinamiento y el disciplinamiento compulsivo practicado mediante la tortura y la "limpieza" llevada a cabo por sicarios también prisionizados al servicio del Servicio Penitenciario.
4. La sobreactuación hedionda de altos funcionarios -Gobernador, Ministro- que se solidarizan, sin ideas, estrategias ni políticas, con las víctimas -sólo aquellas víctimas mediatizadas y declamatorias de una respuesta estatal exclusivamente punitiva, no todas- y que hasta pisotean escenas del delito -Scioli ante el cadáver de Candela-, o crean unidades policiales -verdaderamente ficticias- como respuestas a puebladas declamatorias -Casal en Cañuelas-.
Estas improntas políticas colaboran para dar cuenta de que, ante un "riesgo" real o ficcional -poco importa para quien siente que ese riesgo existe-, no hay un gobierno que garantice una respuesta seria, menos video-politizada y no protectiva de las ilegalidades policialmente reguladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario