miércoles, 7 de noviembre de 2012


RECESION, DESEMPLEO Y EXCLUSION POR MEDIDAS DE AJUSTE ORTODOXAS

DOMINGO, 4 DE NOVIEMBRE DE 2012

La bomba social europea

La debacle económica europea está alimentando una bomba social, afirma el economista Bernardo Kliksberg, asesor principal de la Dirección del PNUD/ONU para América latina, con eventuales consecuencias políticas inquietantes.






 Por Natalia Aruguete
En su visita a Buenos Aires para recibir la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento, la máxima distinción que entrega el Senado de la Nación, el economista Bernardo Kliksberg, asesor principal de la Dirección del PNUD/ONU para América latina y fundador de la gerencia social, dialogó con Cash sobre la “bomba social” que vive actualmente Europa, “autoinducida” por políticas ortodoxas que agravan la crisis en lugar de detenerla.
¿Por qué dice que lo que se vive actualmente en Europa es una “bomba social”?
–Además de la macroeconomía europea, hay otro debate que debería estar en el centro –y no lo está– porque es decisivo para la vida de esas poblaciones. En Europa se ven los resultados sociales de la aplicación, en medio de una recesión, de la receta ortodoxa. Es una crisis que se va agravando porque es autoinducida.
¿Por qué?
–Porque los gobiernos europeos están aplicando políticas que agravan la crisis en lugar de mejorarla. En España, la población que está en la pobreza aumentó del 18 al 23 por ciento en muy poco tiempo. En 2011, un millón de personas se fueron de España. Este año, la cifra será considerablemente mayor. La tasa de suicidios ha aumentado significativamente y el huracán social, combinado con los recortes en la red de protección social, ha generado una protesta extendida. Hay una nueva organización en España llamada Asociación de Jóvenes sin Futuro. Ese país es número uno en toda Europa en desempleo juvenil: el 55 por ciento de la población joven. Junto con Grecia, la tasa de desocupación promedio alcanza el 25 por ciento.
¿Cree que el poder político está reconociendo los niveles de protesta en España?
–Una de las reacciones preferidas ha sido la represión y la negación del significado de la protesta. Desde el más alto nivel del poder se dijo: “Los que protestan son menos del 10 por ciento de la población” (eso equivaldría a decir que el 90 por ciento de la población está de acuerdo con lo que están haciendo porque no sale a protestar). Pedro Almodóvar le ha respondido: “Rajoy, no te apoderes de mi silencio”. Según las encuestas, más del 70 por ciento de la población está totalmente de acuerdo con los reclamos.
¿A los países europeos que más están sufriendo la crisis, con Grecia a la cabeza, en qué medida les benefició integrar la Unión Europea?
–En países como Italia, España y Grecia, una característica que está acompañando esta “bomba social” –a la que no presta ninguna atención el mainstream económico– es la explosión de suicidios, punto límite de la pérdida total de cohesión social de una sociedad. La Unión Europea tiene un futuro muy sombrío bajo un proyecto neoliberal ortodoxo, que no es apto para armonizar economías débiles y fuertes.
¿Para qué es apto el proyecto neoliberal?
–Para que las economías más fuertes se apoderen de lo que la Unión Europea puede dar como proyecto, y que las débiles pierdan gracias a la eliminación de lazos de solidaridad y responsabilidad mutua. Las débiles han perdido la capacidad de hacer política económica por cuenta propia. Grecia es una expresión extrema de las políticas de la Troika (el Fondo Monetario, el Banco Europeo y la Unión Europea), que han hecho caer el Producto Bruto Interno griego en un 25 por ciento en cuatro años, y caerá otro 7 por ciento este año. Esa cifra solo tiene parangón con la Argentina de 1998 a 2002.
¿Hay forma de revertir esa tendencia en el esquema actual?
–No hay ninguna solución posible salvo la salida de Grecia de la UE. Lo que ocurre en Grecia es una advertencia para toda Europa. Una posible consecuencia es el crecimiento del fascismo. Grecia tiene hoy 17 diputados confesadamente nazis. Hay un nazismo activo que tiene su caldo de cultivo en la bomba social.
¿Qué sentido está tomando la Unión Europea en sus intentos de sortear la crisis?
–Lo que premió el comité Nobel es la idea de la integración regional, que es una muy buena idea. Pero cuando el proceso es hegemonizado por el modelo neoliberal ortodoxo en sus expresiones más crudas, pasa a ser un proyecto absolutamente egoísta. Alemania se lleva todos los beneficios del proyecto (mercados cautivos, posibilidad de expandir sus operaciones sin límites, cobrar en moneda dura, obligar a que le paguen) y no asume ninguna de las responsabilidades importantes en términos de solidaridad. Como la estrategia de la Troika está dirigida a conseguir que se pague a los acreedores, hay una contradicción entre el proyecto y la idea. Por eso, las manifestaciones de protesta son cada vez más extendidas en los distintos países.
Los efectos de la crisis son evidentes en América latina. ¿Qué análisis hace de esos impactos?
–Europa produce el 22 por ciento del Producto Bruto Mundial y Estados Unidos, el 28 por ciento. La crisis norteamericana se mantiene, aunque hubo mejoras. Si no fuera por la presencia de Obama, los Estados Unidos estarían igual que Europa, pero el Tea Party en el Parlamento congeló toda posibilidad de implementar políticas reactivas en los últimos dos años. El bajo nivel de crecimiento norteamericano y la caída de Europa –las dos economías que suman el 50 por ciento del Producto mundial– están afectando a todo el planeta, y por supuesto a América latina. En la Unasur se ven políticas contracíclicas y una red de protección social muy importante. Un órgano eminentemente conservador como The Economist publicó que América latina es el único lugar de todo el planeta donde se sigue reduciendo la pobreza y la desigualdad en medio de la situación mundial. Las políticas contracíclicas cumplen con la meta de potenciación de la población e inclusión social. Los avances que está habiendo en términos de integración regional activan y son una gran política compensatoria de los impactos que se están sintiendo.
En el caso puntual de Argentina, ¿cómo evalúa la estatización de YPF?
–Es una medida para renovar el entusiasmo que existe en Argentina, una visión de estadista y un proyecto nacional. Casi todos los países del mundo han nacionalizado el petróleo, Argentina era una excepción. La nacionalización de YPF es un acierto que será reconocido por las generaciones futuras. Porque además se ha dotado a YPF de una gerencia a prueba de balas, al más alto nivel profesional.
¿En qué situación se encuentra el Programa Cien Jóvenes por una economía con rostro humano?
–Cuando empezamos, hace tres años, los resultados fueron estimulantes, pero no esperábamos que el programa fuera adoptado por otras universidades del país. Desde Formosa hasta Comahue estamos formando una nueva generación de docentes en economía y gestión cuyo encuadre fundamental es la ética del desarrollo. Actualmente, la Unasur ha pedido que el programa se replique en sus países miembros

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