Los radicales vuelven a hacer lo que más les gusta: retirarse
El radicalismo volvió a retirarse de las reuniones de comisión en Diputados donde se trataba el proyecto de Per Saltum. Sigue al pie de la letra su alianza con Clarín. Ya se retiró del recinto tres años atrás cuando la cámara baja votó la ley de SCA, ahora vuelve a lo que más le gusta, llenarse la boca de ese lenguaje pastoso, sobrecargado de lugares republicanistas comunes para victimizarse y tratar de salvar la ropa, no vaya a ser que el multimedio se enoje y les cobre por legitimar la "embestida K". Es que al radicalismo le encanta huir de los lugares donde la ciudadanía lo puso y hacerlo descerrajando verborragia del más rancio barroquismo democratista.
El kirchnerismo está cometiendo el pecado de operar con extrema velocidad porque entiende que los tiempos así lo imponen. Usa su mayoría legítimamente conseguida en elecciones libres para que el parlamento sancione las leyes que entiende necesarias como lo hace cualquier primera minoría en cualquier democracia del mundo. El Problema de los radicales no es con el Frente para la Victoria sino con la ciudadanía que no le confirió una cantidad de representantes como para incidir en la disputa parlamentaria.
Ahí está la UCR, o mejor dicho, ahí están los nuevos dueños de un partido que supo ser creado para otros fines. Ahí está Aguad bloqueando en el Consejo de la Magistratura los concursos que él mismo avaló y ahí están los senadores y diputados fingiendo un falso horror por los dichos del Cuervo Larroque. Si el kirchnerismo usara la misma vara para retirarse cada vez que le mandan un discurso fuerte, debería retirarse todas las sesiones.
Es que todos los insultos y las argumentaciones más burdas le están permitidas a radicales, fapistas y demás agrupaciones que por gracia divina "defienden las instituciones", entonces, los discursos hirientes y las chicanas más salvajes son toleradas porque provienen, digamos, de emoción parlamentaria violenta. La idea es que hasta una diputada golpeando a Carlos Kunkel tiene su justificación por la "violencia moral" que padece. Otra diputada pudo decir que sería devino que Cristina Enviudase y el señor De Narváez pudo alegremente sostener que Néstor Kirchner prefirió morirse para no perder otra elección, pero nadie se brota. Pero si un diputado pone en palabras lo que muchos pensamos sobre el escándalo del socialismo santafesino el tema es el Cuervo y no que Binner y Bonfatti han tenido a un narco al frente nada menos que de la policía de una de las provincias más vigorosas de la Argentina.
Cuando los cacerolos muestran los cartelones que versan "Devuelvan el país" están clamando que vuelvan esos tiempos de mayorías ajustadas donde había que negociar todo porque nadie tenía suficiente poder para imponer un proyecto ¿No será por eso que un 55% de los argentinos le puso el voto el al FPV para que, precisamente, se terminara con ese minué donde siempre terminan sacado tajada los lobbies de tal o cual corporación?
A veces los pueblos emiten mensajes sutiles. El del año pasado es uno de ellos, el FPV lo entendió y está procediendo en consecuencia, está haciendo uso de la representación que le dieron las masas populares para imponer proyectos y lograr el cumplimiento de otros. Se esperó tres años para aplicar una ley central para la democracia, ahora llega el tiempo de poner todo el volúmen político en función de su implementación y ahí es donde se acaban los grises y los neutrales. No está en juego la libertad de expresión, como lo ha dicho la Corte, que precisamente no es muy K que digamos. Está en juego la capacidad del estado democrático de hacerle cumplir la ley a un grupo poderosísimo. Frente a esto los radicales vuelven a ponerse bajo el ala de Magnetto.
Nada nuevo bajo el sol.
El kirchnerismo está cometiendo el pecado de operar con extrema velocidad porque entiende que los tiempos así lo imponen. Usa su mayoría legítimamente conseguida en elecciones libres para que el parlamento sancione las leyes que entiende necesarias como lo hace cualquier primera minoría en cualquier democracia del mundo. El Problema de los radicales no es con el Frente para la Victoria sino con la ciudadanía que no le confirió una cantidad de representantes como para incidir en la disputa parlamentaria.
Ahí está la UCR, o mejor dicho, ahí están los nuevos dueños de un partido que supo ser creado para otros fines. Ahí está Aguad bloqueando en el Consejo de la Magistratura los concursos que él mismo avaló y ahí están los senadores y diputados fingiendo un falso horror por los dichos del Cuervo Larroque. Si el kirchnerismo usara la misma vara para retirarse cada vez que le mandan un discurso fuerte, debería retirarse todas las sesiones.
Es que todos los insultos y las argumentaciones más burdas le están permitidas a radicales, fapistas y demás agrupaciones que por gracia divina "defienden las instituciones", entonces, los discursos hirientes y las chicanas más salvajes son toleradas porque provienen, digamos, de emoción parlamentaria violenta. La idea es que hasta una diputada golpeando a Carlos Kunkel tiene su justificación por la "violencia moral" que padece. Otra diputada pudo decir que sería devino que Cristina Enviudase y el señor De Narváez pudo alegremente sostener que Néstor Kirchner prefirió morirse para no perder otra elección, pero nadie se brota. Pero si un diputado pone en palabras lo que muchos pensamos sobre el escándalo del socialismo santafesino el tema es el Cuervo y no que Binner y Bonfatti han tenido a un narco al frente nada menos que de la policía de una de las provincias más vigorosas de la Argentina.
Cuando los cacerolos muestran los cartelones que versan "Devuelvan el país" están clamando que vuelvan esos tiempos de mayorías ajustadas donde había que negociar todo porque nadie tenía suficiente poder para imponer un proyecto ¿No será por eso que un 55% de los argentinos le puso el voto el al FPV para que, precisamente, se terminara con ese minué donde siempre terminan sacado tajada los lobbies de tal o cual corporación?
A veces los pueblos emiten mensajes sutiles. El del año pasado es uno de ellos, el FPV lo entendió y está procediendo en consecuencia, está haciendo uso de la representación que le dieron las masas populares para imponer proyectos y lograr el cumplimiento de otros. Se esperó tres años para aplicar una ley central para la democracia, ahora llega el tiempo de poner todo el volúmen político en función de su implementación y ahí es donde se acaban los grises y los neutrales. No está en juego la libertad de expresión, como lo ha dicho la Corte, que precisamente no es muy K que digamos. Está en juego la capacidad del estado democrático de hacerle cumplir la ley a un grupo poderosísimo. Frente a esto los radicales vuelven a ponerse bajo el ala de Magnetto.
Nada nuevo bajo el sol.
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